La cuarentena vuelve a poner en el plano de la vigencia cinematográfica al neoyorquino John Carpenter, maestro de diversos géneros fantásticos y caminos del horror, así como inventor de célebres personajes justicieros como Sanke Plissken y renovadores del cuchillo cebollero como Michael Myers.

Amigo de Dios, el diablo, vampiros, seres extraterrestres y amenazas de otro mundo, es de los pocos que se han atrevido a subir a las montañas de la locura lovecraftiana.

Carpenter es también el creador de mitos de surfeadores espaciales, naves detonadoras de planetas como la de Dark Star (de hecho, su primera película-tesis en 1974) y autos malignos, con alma de fierro todo terreno como la de Christine.

Además de director de cine es explorador de música electrónica.

Viva John Carpenter Nativo de Los Ángeles, California; Johnny es gracias a Dios ateo.

Su máxima proeza a la hora de la taquilla ha sido Halloween, considerada por él mismo como una cinta de explotación a base de certeros y efectivos trucos baratos, que elevaron el género slasher, el de las puñaladas traperas, a la categoría de arte en el manejo del cuchillo al que se le resbalaron las críticas sobre la pureza sexual y el peligro del sexo de oportunidad para la masacuata.

Su cine muchas veces ha sido imitado, pero nunca superado a la hora de la originalidad de sus imágenes y de hacer cuentas y multiplicar presupuestos ridículos.

John es un director que nunca se amilana, y que incluso supera con creces haciendo temerarias adaptaciones de clásicos como The thing (El enigma de otro mundo), de Howard Hawks (1951) con el que fuera el marshall Dilon, en la serie de tv: La ley del revólver.

Dos cosas hacen un clásico a La cosa del otro mundo: la actuación de Kurt Russell y los efectos especiales y aturdidores de Rob Bottin, aderezados con una partitura de Ennio Morricone.

Por otro lado, si nos vamos a los enigmas especiales, no hay comparación en su sobria versión de Starman, con la simplona ET, de Spielberg.

Hay también su lado oscuro: las películas “fracaso” como Memorias de un hombre invisible, su adaptación de El pueblo de los malditos y la lovecraftiana En la boca del miedo, por las cuales aún se rasgan las vestiduras sus fans.

Sin embargo, él como director, defiende más trabajos como La niebla, Gran problema en el Barrio chino, Fantasmas de Marte, Bolsa de cadáveres, They live y la magnífica

El príncipe de las tinieblas.

Un genuino director de culto que ha tratado con el mismísimo Rey del Rock, Elvis, interpretado por Kurt Russell.

Alma de infinidad de documentales y artífices de series de horror televisivo, Carpenter, es un declarado fan de Godzilla, de Inoshiro Honda (1954) y son muy apreciados sus documentales sobre los monstruos japoneses y el británico Gorgo.

En lo policiaco de acción, Asalto al precinto 13 no tiene parangón, como sus Vampiros del Oeste.

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