*Democracia fallida

*Reformas urgentes

También los panistas se quejan de la “guerra sucia” por ellos iniciada. Es curioso este comportamiento, propio de mafias y no de partidos políticos, basado en el espionaje rudimentario y en la utilización arbitraria de las redes sociales –a las que todavía no se encuentra la forma de regularlas sin perjuicio de la libertad por la que alegan los usuarios más empedernidos-, que parece haberse institucionalizado a partir del arribo desde 2006 y también en 2009 y 2012 de los supuestos expertos en marketing importados de España, los panistas, de Estados Unidos, los priistas, y de Venezuela y Cuba, los perredistas. Esto es como si los mexicanos solo fuéramos unos reclutas imberbes e incapaces de conducir una contienda política entre nosotros.... que también conocemos algunas maneras de inducir a la voluntad popular sin necesidad de recurrir, con alto costo, a los “sabios” del exterior.

Por cierto, hace años en Haití, Antonio Solá Recquer, el catalán mexicanizado por decisión discrecional de Calderón, citó a varios panistas de renombre para explicarles, sin el menor pudor:

--Para México, tengo preparado un plan infalible.

Y vaya si lo tenía si nos atenemos a los escandalosos resultados en el norte del país, con la participación de la procuradora Marisela Morales, o en Guerrero, en donde se retornó a las andanadas criminales de los tiempos de Figueroa y hasta Veracruz con el siniestro Miguel Ángel Yunes Linares deambulando y cuyo hijo además fue víctima de un atentado del que salió ileso, naturalmente, para agravar el estado de cosas y exaltar el clima de violencia a lo largo de la costa del Golfo. Eso significa, de entrada, que de nada sirvieron las aprehensiones de Juan García Ábrego, a quien se inventó la nacionalidad estadounidense para extraditarlo al norte –por cierto, nadie ha vuelto a saber de él-, Osiel Cárdenas Guillén y del hermano de este, el conocido como “Tony Tormentas”, Antonio Ezequiel. La realidad es otra.

Pero también aquella administración calderonista nada hizo para detener la costumbre del espionaje que, es evidente, se extendió hasta los líderes sociales y los críticos que, como en el fascismo, ya ni siquiera podemos confiar en nuestras cuentas de Internet por mandato de Genaro García Luna, al fin aprehendido en los Estados Unidos y SIN intervención del gobierno mexicano que se para el cuello. Y todavía nos hablan de que estamos madurando en cuanto a nuestra peculiar democracia.

Hagamos una breve comparación entre el pasado priista y el panista sobre lecciones de democracia aun cuando algunas de las medidas sobresalientes, en materia de reformas políticas, se dieron durante los regímenes malsanos de Salinas y Zedillo porque, desde el anuncio foxista en pro del cambio, ninguna otra iniciativa ha servido para cancelar candados y superar trabas, sobre todo en las instituciones rectoras de los procesos electorales. Veamos.

1.- La ausencia de opositores obligó a Adolfo López Mateos, avergonzado por John F. Kennedy durante una cena en Los Pinos, a inventarse el tema de los diputados de partido que fue degenerando hasta llegar a los esquemas plurinominales de la actualidad con repartos que, de ninguna manera, reflejan el verdadero sentido de la voluntad ciudadana. ¿Es razonable que los partidos con escasa representatividad, por ejemplo, cuenten con el mismo tiempo en las comparecencias de funcionarios y los mismos espacios que los votados por un porcentaje de ciudadanos muchísimo mayor?

2.- El escandaloso “mayoriteo” priista, durante décadas, obligó a cancelar el “colegio electoral”, integrado por los mismos quinientos legisladores en potencia que analizaban sus propios casos con base en su condición de autonomía, para crear el célebre Tribunal Electoral del Poder Judicial Federal, con únicamente siete magistrados, los “siete sabios” les nombro, cuyas decisiones finales son, además, “inatacables”. Por ello pudo prevalecer el absurdo dictamen sobre las elecciones de 2006 en el que se determinó la conducta impropia del entonces presidente Fox sin considerarla “determinante” para el resultado final aun cuando este aceptara, tiempo después, haberle ganado la partida a Andrés Manuel López Obrador sin consecuencia alguna. Una confesión de parte, que apunta hacia un grave delito electoral, se quedó en simple anécdota en la memoria de unos cuantos.

3.- La intervención del Gobierno de la República, a través de la Secretaría de Gobernación, en cuanto a exaltar el Consejo Electoral que se responsabilizaba del curso de los comicios y la divulgación de los resultados, quedó atrofiada luego del escandaloso fraude de 1988 que otorgó la Presidencia al usurpador Carlos Salinas tras la vergonzosa “caída” del sistema de cómputo instrumentada por el represor y asesino Manuel Bartlett. Por ello, claro, tratando de alcanzar alguna legitimidad, Salinas creó el Instituto Federal Electoral (IFE) pero designando él a su primer titular, su incondicional Emilio Chuayffet quien luego sería gobernador priista del Estado de México y secretario de Gobernación para aterrizar ahora en Educación bajo los esquemas peculiares del peñismo.

Bien sabemos cuál fue el comportamiento turbio del consejero presidente del IFE en 2006, Luis Carlos Ugalde, durante el apabullante manoseo de escrutinios y ante el azoro de la ciudadanía. Y, finalmente, volvimos a los antiguos escenarios: subió a la Presidencia un nuevo usurpador, Felipe Calderón, quien solo se animó a introducir una suerte de reforma electoral –no política- para tranquilizar a la indignada izquierda dándoles las cabezas de Ugalde y demás consejeros contrariando lo establecido, esto es con efecto de retroactividad. Sencillamente vergonzoso.

loretdemola.rafael@yahoo.com