Ante violencia y política TikTok, votar es de chingones

Ante la violencia política de caciques municipales, estatales y regionales, que impunemente sesgan la vida de opositores; ante la violencia del crimen organizado, que a través de amenazas, secuestros y homicidios veta e impone candidatos sin que alguien lo impida; ante esta escalada de violencia que nos ha llevado a padecer el proceso electoral más violento en la historia reciente, solo superado en letalidad por el de 2018, todos los ciudadanos tenemos la obligación de votar hoy.

Estamos hartos de la frivolidad de la política, de la política TikTok, de la política de ocurrencias, de las campañas ridículas, estridentes y estériles que nos han asfixiado. Estamos hartos de la falta de propuestas y dan ganas de no votar, pero la verdad es que en esta ocasión, ser indiferente o apático, no acudir a votar, es una especie de complicidad con los violentos.

Este 6 de junio debemos reprobarlos de forma contundente, a punta de sufragios. Los caciques y criminales deben sentir el poder de un gran acto colectivo, deben palpar la fuerza de la sociedad pacífica, expresada en las urnas llenas de votos.

Cada punto porcentual de participación ciudadana este domingo será un emotivo coro para silenciar (aunque nunca olvidar) el estruendo de la violencia: las 33 tentativas de homicidio, las 278 amenazas, los 40 secuestros y levantones (y seis intentos de privación de la libertad); los 36 atentados contra familiares de candidatos y aspirante, los 53 ataques contra colaboradores de ellos, las 22 intimidaciones, los 45 daños en propiedad (coches quemados, casas baleadas); en fin, las 840 agresiones perpetradas durante el proceso electoral en 460 municipios de las 32 entidades, un promedio de tres casos por día desde septiembre, uno cada ocho horas, de acuerdo a la laboriosa recopilación que realizó la consultora Etellekt, dirigida por Rubén Salazar.

Así que hoy, cuando las balas de la violencia se han cobrado la vida de 54 políticos y de 35 candidatos y aspirantes, las urnas son los únicos parapetos eficientes para contrarrestar este envilecimiento que ha manchado de sangre los comicios. No podemos permitir que se instaure la normalización de la violencia política y que nos dediquemos a contar cadáveres. No debemos fomentar la impunidad, porque entonces los perpetradores lo volverán a hacer: hay que subrayar que el 75 % de los agredidos era opositor a los gobiernos estatales, y el 90 % de candidatos asesinados era opositor a los gobiernos municipales.

Hoy, como siempre, pero como nunca, votar es un acto democrático. Votar es un acto republicano. Votar es un acto de paz ante las balas de la violencia. Cada sufragio es un escudo, un chaleco antibalas colectivo.

Mientras más abstencionismo haya, estos personajes, agresores y asesinos, interpretarán las urnas semi vacías como un triunfo de su estrategia para generar terror, para desestabilizar, para enrarecer la vida política del país, y las muertes de tantos habrán sido en vano. Tenemos el deber ciudadano de honrar con nuestros votos a esas 89 familias mutiladas.

El voto siempre es una emoción manifestada en las urnas, pero hoy lo es más que nunca. A través de un sufragio, con nuestras manos cruzando una boleta, estaremos optando por un método pacífico para dirimir nuestras diferencias, para manifestar de qué lado estamos, y para castigar (con enojo, con decepción, con frustración, todo se vale sin violencia) a quienes merezcan ser reprobados, o para premiar a quienes se lo hayan ganado.

Votar, hoy, por quien tú quieras, por quien usted quiera, es un acto de chingonas y chingones (como se lee en las camisetas que ideó la fotógrafa Laura Garza), un acto de quienes defienden a su democracia y de quienes quieren paz, porque de verdad aman a México…