A los mexicanos nos queda claro que los niveles de corrupción que tenemos en nuestro país han limitado el desarrollo social y económico tanto a nivel nacional, como a nivel personal.

AMLO entendió muy bien que los niveles de aceptación social de la corrupción habían llegado a un mínimo histórico, supo capitalizarlo y construir su plataforma sobre el enojo generado por décadas de corrupción sistemática y cínica de gobernantes.

En años de presencia en la política nacional López Obrador ha mandado un mensaje constante, todos son corruptos y por eso la economía no crece, todos son corruptos y por eso la violencia aumenta. 

En los más de 20 años que ha sido protagonista de la política nacional, no se le ha podido probar un sólo acto directo de corrupción, si bien en su círculo cercano haya habido ejemplos concretos por este delito.

Gracias a su discurso, su forma de comunicar cercana a las masas, su presencia constante en todo el país, López ha sido el presidente con los mayores niveles de aprobación de las últimas décadas.

A un año de ser el presidente que generaba mayor confianza, las cosas parecen estar cambiando, según los datos actualizados de la aprobación presidencial publicados este lunes por el periódico Reforma, esta disminuyó en su mayor nivel desde el inicio de su gobierno, llegando a un 59% de aprobación, contra un 35% que lo desaprueba.

Los temas que han afectado esta luna de miel son dos: la seguridad y la economía.

Es entendible que el estancamiento económico y la contracción del PIB, así como que 2019 haya cerrado como el año con la mayor tasa de homicidio doloso, feminicidio, robo a negocio, trata de personas y narcomenudeo desde que estos se registran y que en 2020 la violencia parece recrudecerse, sean factores que afectan la aprobación de este presidente y de su gobierno.

¿Hay menos corrupción en nuestro país? Varias encuestas señalan que el ciudadano la percibe menos en cuanto a lo que se refiere al gobierno federal. No hay evidencia de sanciones a actores pasados o presentes de la corrupción, no hay evidencia que se hayan liberado los miles de millones de pesos que el presidente en campaña aseguraba que eran desviados para la red de corruptos.

Pese a que todos los días el presidente habla del tema, en todo el 2019 la Fiscalía General de la República no obtuvo ninguna sentencia condenatoria por este o por algún otro delito. No hay nadie que en este momento esté purgando una sentencia condenatoria por corrupción cuando el presidente la define como prioridad de su gobierno.

Si el actual gobierno quiere ser serio y efectivo en combatir la corrupción necesita trabajar de manera transparente y cumplir los requisitos de ley; crecer las capacidades de investigación de las áreas internas de control y darles la suficiente independencia para armar casos que exhiban las prácticas corruptas y no proteger a los amigos del presidente como en el caso del titular de la CFE.

El presidente ha insistido que «el día que los mexicanos ya no lo quiera va a llorar y se va a retirar», la falta de resultados en desarrollo económico para el país, la crisis del sector salud, el aumento constante de la violencia y la falta de resultados reales en combatir la corrupción pueden llevar a que en 2021 veamos la aprobación de este gobierno en niveles de la pasada administración, la menos aprobada en por lo menos 40 años, habrá que ver si cuando esto suceda cumplirá su palabra o si echará mano de «otros datos».