Desde hace dos décadas, miembros de los clanes de las organizaciones delictivas albanesas han hecho jugosos negocios con los cárteles de América Latina

Fue el 9 de junio pasado cuando un cargamento etiquetado como “espárragos finos” salió en un tráiler de 18 toneladas de la ciudad de Trujillo, en el noroeste de Perú.

Se dirigía al puerto comercial de Callao, el más importante del país ubicado en Lima. Allí esperaba el cargamento de vegetales un buque que tenía como destino final el puerto de Rotterdam, en Países Bajos.

Pero el cargamento no estuvo ni cerca de salir del país sudamericano.

Los agentes de la Dirección Antidrogas (Dirandro) de la Policía Nacional de Perú lograron detectar que los espárragos estaban contaminados con una substancia que resultó ser cocaína líquida.

“La droga en el Huallaga (norte de Perú) posiblemente pueda estar costando 500 o 700 dólares, para que ya en Lima tenga un valor de mil 300 dólares y llegando a un puerto en Europa, a un precio de 40 mil dólares por kilo”, explica el director de la Dirandro, Deny Rodríguez.

Detectaron dos toneladas de droga, tratándose de un golpe estimado de 77 millones de dólares. Rodríguez dice que en la pirámide de esta operación de tráfico de cocaína estaban dos ciudadanos albaneses: Malo Franc, alias “Pelao”, y Meta Gentjan, “Barbas”.

Ambos ingresaron a Perú legalmente, como turistas a través de la frontera con Ecuador, pero la Dirandro los estuvo vigilando durante toda su permanencia en el país.

Aunque no es numerosa, la presencia de hombres originarios de Albania en países donde operan cárteles de producción y tráfico de drogas en América Latina no es nueva.

Desde la década del 2000, miembros de clanes familiares de la llamada “mafia albanesa” han viajado a la región latinoamericana para extender sus negocios en Europa.

Los albaneses han establecido contactos con cárteles y grupos del narcotráfico en países como Colombia, Ecuador, México y Perú, al menos desde hace dos décadas.

Sin la necesidad de contar con un comando de muchos hombres y armas de alto calibre, como los cárteles latinoamericanos, han hecho jugosos negocios con los cárteles de esos países.