El voto del PRI

El Presidente de la República, jefe de una facción política, cumple la iniciativa de la reforma energética que hizo a la nación. Inicia con una primera andanada, a la que seguirán otras que forman un amplio programa que ha dejado muchos comentarios en pro y en contra.

Los ojos de la República se dirigen a la Cámara de Diputados. También, por supuesto, a cada uno de sus integrantes.

La iniciativa ha levantado una ola de comentarios adversos. Hay muchas razones para rechazarla. Una de ellas, dicen los inversionistas, atañe a los principios constitucionales que contraviene: incumplimiento de reglas adoptadas, entre otros.

Un segundo argumento para rechazar la propuesta del Ejecutivo concierne al rumbo de la política energética en el mundo entero, que es condición para el desarrollo, ya que señalan que la iniciativa marcha contra la tendencia mundial recogida en instrumentos internacionales que México suscribió.

Pero hay otro punto a considerar en este debate sobre la propuesta de reforma constitucional. Para que prospere es preciso que a los votos de los diputados que militan al servicio del Ejecutivo se sumen los de otros legisladores, que forman parte —todavía— de una oposición que resolvió contener la oleada antidemocrática que se abate sobre la nación. El autor de la iniciativa ha puesto la mirada en los legisladores del PRI, ejerciendo máxima presión para atraerlos al redil de sus partidarios.

Han quedado en riesgo la firmeza y la eficacia de las fuerzas democráticas —coincidentes con amplios sectores de la sociedad civil— comprometidas en una alianza estratégica. El PAN y el PRD manifestaron sin ambages su oposición a una propuesta que argumentan, daña a México. No ocurrió lo mismo con el PRI, que se reservó la decisión final para consulta en mesas de análisis que pudieran descarrilar el pacto entre aquellas fuerzas.

Pende sobre México la posibilidad de que el Ejecutivo, saque adelante su propuesta. Es preciso que el PRI sacuda sus cavilaciones y rechace cualquier acuerdo que pudiera menoscabar el compromiso de ese partido con México.

No se trata de cumplir la palabra empeñada con otros partidos, sino de honrar el deber contraído con la nación y ratificado en las recientes elecciones.