Escuelas: últimas en cerrar, primeras en abrir

Ómicron ha reavivado el debate e incertidumbre sobre el retorno escolar y esto dice UNICEF: la evidencia muestra que las escuelas no son lugares de contagio masivo y pueden ser más seguras que entornos de libre acceso.

La reapertura de escuelas no ha aumentado los contagios entre niños, niñas y adolescentes en México. La cifra más alta en un sólo día (2 mil 239) se registró en agosto de 2021, durante las vacaciones escolares, con un promedio de mil 173 casos diarios. Entre el 30 de agosto y el 19 de diciembre, el período de reapertura, el promedio fue de 529 y la curva aumentó en el cierre decembrino. Datos de UNICEF y la SEP procedentes de 113 mil 980 escuelas revelan unos 4 mil casos confirmados (0.2% de las razones de inasistencia). El contagio afecta sin duda la salud del personal docente y reduce la capacidad de las escuelas, particularmente las de menores recursos, y UNICEF valora el esfuerzo de las autoridades por acelerar su vacunación de refuerzo.

Los sistemas educativos están adaptándose a una realidad que nos acompañará indefinidamente pues no se ha llegado a la “post-pandemia” sino iniciado una etapa con nuevas variantes del virus. En contextos de emergencia, los cierres de escuelas deben evitarse en la medida de lo posible. De ser necesario implementar nuevas medidas estrictas.

Las escuelas deberían ser los últimos lugares en cerrar y los primeros en reabrir. Por ello se deberán desarrollar estrategias a nivel global para reforzar la resiliencia de los sistemas escolares ante las crisis y poder asegurar el cumplimiento del derecho a la educación. México no es una excepción

Entre la muestra de escuela anteriormente mencionadas, 78% había retomado las actividades presenciales a diciembre de 2021, pero 22% seguía sin hacerlo. No es un problema menor. El cierre prolongado conlleva importantes consecuencias para la niñez y el país. Según la encuesta Encovid-19 Infancia, el 8% de los hogares encuestados con integrantes de 4 a 17 años reportaron que algunos no se inscribieron en el actual ciclo escolar.

México tiene enormes brechas de acceso a la educación a distancia, especialmente en áreas rurales. Sabemos, por lo observado mundialmente durante décadas, que el cierre prolongado de escuelas afecta mayormente a escolares de menores recursos (por ejemplo, en comunidades indígenas), reduce sus oportunidades de desarrollo (llegando a afectar incluso su empleabilidad futura y calidad de vida) y aumenta el riesgo de abuso físico, mental y laboral.

Un estudio de cerca de mil 600 escolares entre 8 y 11 años realizado en escuelas mexicanas en noviembre 2021 por UNICEF y el Proyecto de Mediación Independiente de Aprendizajes (MIA) –que apoyado por el CIESAS aplicó una metodología probada internacionalmente– reveló que 66% carecía de habilidad básica en lectura y 97% en matemáticas. Proyecciones del Banco Mundial en 2020 prevén una pérdida de 0.9 años de escolaridad mundialmente, una reducción del promedio anterior a la pandemia de 7.8 a 6.9 años. Es decir, un estudiante perdería de por vida 25 mil dólares en ganancias.

Las clases presenciales acompañadas de protocolos para casos sospechosos o confirmados son la mejor garantía para el presente y el futuro de la niñez y adolescencia. Filtro escolar, correcto lavado de manos, uso de gel, distanciamiento y colaboración del personal escolar, padres y madres han controlado los contagios. Considerando todo lo anterior UNICEF aboga por el regreso a las escuelas en México y el mundo.