Estructurando la migración

En la Ciudad de México se lanzó el reporte del Grupo de Trabajo sobre Migración de América del Norte y América Central, un esfuerzo que contó con la participación del Canciller Marcelo Ebrard. El reporte recomienda que se mejore la comunicación y coordinación en materia migratoria, que se fortalezcan los canales legales de migración frente a los irregulares, que haya más esfuerzos de protección para las personas que viven la persecución y la violencia y que haya más inversión en el desarrollo en los países de origen de los migrantes en Centroamérica.

No fue casual que el reporte se lanzó en la Ciudad de México, y no en Washington, DC u otra ciudad más al norte: México es parte de América del Norte pero también tiene un pie en América Central, y es el país bisagra entre los dos, por lo que pareció más apropiado que México fuera sede del debate.

Este esfuerzo, en su origen, vino de una iniciativa del Consejo Global sobre Refugiados en Canadá, pero con participación activa de El Colegio de México, el Centro de Estudios México-Estados Unidos, el Diálogo Interamericano y el Instituto de Políticas Migratorias. Silvia Giorguli, presidenta de El Colegio de México, fue una de los coordinadores del proceso, junta con el ex canciller de Canadá Lloyd Axworthy, la excanciller de Estados Unidos Madeleine Albright (quien falleció recientemente), la expresidenta de Costa Rica, Laura Chinchilla, la excanciller de El Salvador María Eugenia Brizuela y el cardenal Guatemalteco Álvaro Ramazzini.

Entre las conclusiones del grupo está la idea de organizar un consejo de gobiernos, sociedad civil y comunidad empresarial entre los países de América del Norte y de Centroamérica, reconociendo que la migración entre estos países es compartida y que requiere de soluciones conjuntas. Así también se propuso fortalecer las modalidades de migración estacional y circular entre los países de la región, para que hubiera alternativas a la migración irregular. Y se propusieron formas de protección para víctimas de crimen y de amenazas que van desde atención a desplazados internos a mayor uso del sistema de refugio en la región.

Ninguna de las soluciones propuestas es una panacea a una problemática que ha aumentado en visibilidad y complejidad en años recientes, pero todas dan pautas para que los países de la región generen patrones más predecibles, regulares y seguros de la movilidad.