En 2020, el Salario Mínimo General en México será de 123 pesos, un aumento que no tiene precedentes en la historia reciente del país y que beneficiará a más de tres millones y medio de trabajadores. Los pro empresarios, como cada año, argumentaron que aumentar los sueldos detonará la inflación. Falta que las cúpulas lo digan sin chillar para poder creerles, porque lo único que se infló durante décadas fueron sus cuentas bancarias.
El aumento al mínimo sigue en la inconstitucionalidad ya que no alcanza para cubrir las necesidades básicas de alimentación, educación y vivienda de una familia. En los hechos, el Artículo 123 de nuestra Carta Magna sólo ha servido para nombrar una calle más en el Centro Histórico de la capital del país, pues con todo y el aumento histórico, a duras penas alcanzará para cubrir los productos de la canasta básica.
Pero también se trata de mejorar los sistemas de distribución de los alimentos básicos como la tortilla, el frijol y la leche, pues en el sexenio de Felipe Calderón se aumentó el monto que recibían los más pobres en nuestro país vía programas sociales como Progresa, pero los únicos ganadores fueron los vendedores de refresco, cerveza y comida chatarra, pues sólo ellos cuentan con sistemas de logística con alcance hasta las zonas más apartadas del país.
Las amas de casa tendrán que hacer menos malabares en 2020 para ajustar el gasto, habrá que echarle menos agua a los frijoles, es cierto. Pero la brecha con nuestros socios comerciales del norte siguen siendo abismales. En EU, el mínimo varía entre una entidad y otra, pero no baja de 137 pesos la hora. Y en Canadá, el mínimo es del equivalente a 158 pesos, también por hora. Ya festejaremos cuando estemos cerca de esa brecha.