Nuevo Modelo Educativo: ¿hacia una transformación de la educación?

En las últimas semanas, en diversos medios de comunicación se han expresado comentarios alrededor del Nuevo Modelo Educativo para educación básica, diseñado por la Secretaría de Educación Pública.

En contra, destaca el desplegado publicado el 20 de abril en el diario La Crónica, titulado “En Defensa de la Educación” (20/04/2022. Página 7) suscrito por un grupo de académicos, políticos y periodistas, que expresan su preocupación por las “potenciales consecuencias negativas del proyecto de nuevos planes y programas de estudio (PPE) que la SEP dio a conocer.”

Por el contenido de su escrito y conociendo sus trayectorias, algunos de ellos ocuparon cargos de responsabilidad en la SEP y en las Universidades, es un grupo que de alguna manera se adscribe a las políticas educativas instrumentadas en los últimos 30 años, en donde el concepto de “calidad académica», vinculado al de evaluación, fue eje para construir un sistema educativo marcado por la instrumentación masiva de pruebas estandarizadas para seleccionar, clasificar escuelas, estudiantes y docentes. Políticas que avanzaron en la mercantilización y privatización educativa, imposición de formas gerenciales de gestión escolar, una falsa meritocracia que rompe el tejido social de las y los docentes e impone o una creciente desigualdad.

Entre los argumentos que esgrime este grupo, para descalificar la propuesta de la SEP destacan: “Se funda en una visión sectaria e ideologizada”, “renuncia a la búsqueda de la calidad educativa y prácticamente se deja de lado la evaluación, al menos tal y como la conocemos”. Terminan diciendo que la propuesta “atropella derechos constitucionales, como laicismo, rectoría estatal de la educación, el criterio y el carácter nacional…”.

Otros comentarios críticos al plan de la SEP, pero desde académicos y actores sociales del movimiento magisterial democrático que han cuestionado los modelos impuestos en los últimos 30 años, centran su atención en la falta de un diagnóstico amplio y certero de la situación actual del sistema educativo nacional, particularmente después de la pandemia. Reclaman la falta de una convocatoria extensa para discutir un tema nodal para la sociedad mexicana.

Plantean la necesidad de elaborar un proyecto educativo que ayude en la superación de los múltiples problemas del país, así como una transformación radical de la educación, abandonando los ejes neoliberales. Con su experiencia docente y de construcción de escuelas alternativas, muestran que sí es posible un proyecto distinto, en donde el centro sea la formación de estudiantes con un pensamiento crítico anclada en el conocimiento científico, y en donde la comunidad en su sentido amplio sea el espacio que articule los procesos educativos.

Hay una exigencia para que la SEP, dé cuenta de cómo va a instrumentar el nuevo modelo y cómo va a garantizar las condiciones para poder aplicarlo, así como los plazos para su implementación. Porque en los 18 documentos emitidos, no hay compromisos explícitos para ello. No se quiere correr el riesgo de que sea un plan con elementos sustantivos para una transformación radical en la educación mexicana, pero que sólo quede en el discurso.

El gobierno de la 4T tiene la palabra.