Política turística

Esta semana se cumplirán 90 años de que México cuenta con una política turística formal, pues el 11 de julio de 1929 se publicó en el Diario Oficial de la Federación el Acuerdo Presidencial mediante el cual se creó la Comisión Mixta Pro-Turismo. 

Es cierto que existían algunos antecedentes, como una Comisión Pro-Turismo citada en el propio acuerdo que se estableció un año antes al interior de la Secretaría de Gobernación, así como el reconocimiento de la categoría de turista en la Ley de Migración de 1926; sin embargo, es claro que el mencionado acuerdo reúne por vez primera en una sola pieza jurídica vinculante, una definición bastante precisa de las razones que demandaban la intervención pública (beneficios económicas y aspectos de la convivencia atrás del turismo internacional) y, también, los lineamientos a seguir a fin de maximizar los rendimientos, mismos que, por cierto, hoy parecen seguir vigentes y dentro de los cuales se pueden destacar los siguientes: 

1) la reivindicación del carácter prioritario del turismo “es de la más alta importancia para la nación promover y fomentar por todos los medios posibles la atracción del turismo a nuestro territorio…”; 2) el reconocimiento del turismo como una actividad conjunta que requiere la concurrencia de los sectores público y privado; 3) la necesidad de una actuación concurrente de dependencias en virtud de la naturaleza transversal del turismo; 4) la insistencia para destacar las bondades de la oferta turística con que contaba y cuenta México; y 5) el papel del aparato público como facilitador de la actividad.

Aunque la citada comisión quedó adscrita a la Secretaría de Gobernación, su naturaleza se asemejaría más a las funciones de una Comisión Intersecretarial que a las de un órgano con capacidades de ejecución, razón por la que a los pocos meses se transformó –ya en 1930– en la Comisión Nacional de Turismo –inserta en la propia secretaría–. Esta precisión de ninguna manera desestima el innovador y estratégico valor de la iniciativa.

Mucho tiempo después –en 1975– se constituiría la Secretaría de Turismo, que en un esquema ideal y atemporal contaría con dos brazos ejecutores, uno para el impulso a la oferta –Fonatur– y otro para hacer frente a las necesidades de posicionamiento del país y sus destinos en los mercados turísticos –el Consejo de Promoción Turística de México (CPTM)–.

En un contexto por demás adverso, en el que la inseguridad y la plaga del sargazo afectan los flujos turísticos, al tiempo que se han cancelado las asignaciones presupuestales para la promoción turística, que incluían las capacidades para gestionar problemas como los señalados, tanto en la imagen pública, como en el entorno de los agentes de la industria, bien vale la pena recuperar el papel fundamental que debe asumir el sector público –y que hoy nos recuerda la conmemoración de la nonagenaria intervención gubernamental en la materia– para liderar una industria que no solo hace toda la diferencia en variables macroeconómicas clave para el país, como la reducción del déficit de la cuenta corriente, por mencionar alguna, sino que realiza una contribución fundamental para millones de familias mexicanas al dotarlas de una alternativa productiva para mejorar sus niveles de bienestar. Sin duda, México requiere una Secretaría de Turismo con capacidades sólidas (lo que no supone una estructura obesa) y no sólo una presencia testimonial.

Consejo de Diplomacia Turística. No deja de ser una simbólica coincidencia que sea, precisamente, el próximo jueves 11 de julio, cuando los titulares de las Secretarías de Relaciones Exteriores y Turismo instalen el Consejo de Diplomacia Turística que, se entiende, será parte de la estrategia gubernamental para atender la desaparición del CPTM, dentro de la cual las embajadas y consulados asumen funciones relevantes para el impulso de la demanda turística. Bienvenida la herramienta, no obstante, se necesitará mucho más que eso para mantener la posición de México en el competido mercado global en el que los destinos turísticos que concurren invierten miles de millones de dólares, sólo como muestra conviene recordar que el presupuesto público de la Oficina de Visitantes y Convenciones de Las Vegas (un solo destino turístico) para 2019, es de cerca de 350 millones de dólares.