Prevención y desesperación

La propagación del virus continúa de manera acelerada y sin freno. Ha llegado a 114 países, informan diariamente los medios en el mundo. Esta semana el Covid-19 ha causado más de 120 mil casos diagnosticados. Se desploma la economía, se vacían los anaqueles. Inició apenas en el mes de enero y tiene enormes consecuencias en el mundo entero, primero por el contagio de una enfermedad que nadie sabe (aún) cómo combatir, pero además rebasa las capacidades de los sistemas de salud, tanto en camas para atender a quienes por la gravedad que alcanza en sus pulmones requieren de atención hospitalaria por una neumonía que desarrolla incapacidad para respirar. La detección rápida y temprana puede hacerse también a través de tomografías, cuyos aparatos en la mayoría de los países, por los rápidos y grandes niveles de contagio, no son suficientes. Sabemos poco, tres cosas son importantes: que es más letal para las personas de la tercera edad, y para quienes sufren enfermedades crónicas. Hasta donde tenemos información los niños poco se contagian y ningún menor de 10 años ha muerto, su capacidad de recuperación es enorme por su inmunología y la rápida recuperación de sus tejidos dañados. Los jóvenes de ambos sexos tienen una importante capacidad para combatir el virus y la mortalidad es muy baja o inexistente. Los problemas serios los tienen las personas de la tercera edad.

La característica más letal de esta pandemia mundial, reconocida así por la OMS, es debido a su acelerada propagación con elevados niveles de contagio. La prestigiada revista The Economist publica un interesante artículo bajo el título de “Entendiendo el SARS-COV-2 y las drogas que pueden disminuir su poder.” Pequeñas mejoras en el tratamiento del Covid-19 podrían hacer una gran diferencia. Como en cualquier pandemia, la detección temprana es importantísima y la vacuna es fundamental. Científicos en todo el mundo, destacadamente en China y Estados Unidos están desarrollando investigaciones en torno al genoma de Covid-19 y las dos proteínas que se sabe produce.

A México llega la pandemia en tiempos difíciles por las crisis por las que atraviesa el sistema de salud, el desabasto de medicamentos, la insuficiencia de equipos, la creciente demanda de atención, las reducciones presupuestales, los problemas que enfrentan los grandes Institutos Nacionales de Salud, en medio de escasez financiera y de la urgencia especializada por la pandemia Covid-19. Desconcierta la contradicción entre las medidas para evitar el contagio, desde lavarse las manos hasta evitar abrazos y besos, cuando el Presidente dice que él va a continuar con abrazos y besos. Desconcierta también la no cancelación de reuniones masivas, conciertos, convenciones, cine, teatro… como formas de defensa frente al contagio que avanza rápidamente. México va atrasado, en muchos países hay cierre de escuelas, fábricas. Lo mismo que el cierre de universidades con clases no presenciales y trabajo por internet. Italia está en cuarentena.

En EU y en México, hordas de consumidores vacían tiendas y provocan escasez. Acá nos movemos entre temores crecientes e incertidumbres que abren decisiones como la de recibir los aviones de todos las aerolíneas que decidan volar a México cuando los casos confirmados de Covid-19 provienen de viajeros nacionales y extranjeros que regresan a México contagiados de Italia o España. Hasta ahora no existen mecanismos efectivos y automáticos para detectar a viajeros que llegan enfermos y con calentura, ni posibilidades de auscultar, en el mismo aeropuerto, a todos los que llegan del extranjero. ¿Y los contagios? Bueno, no existe ni la detección de pasajeros con calentura como se hizo en 2009. Asunto de urgente solución. Mientras Trump amenaza con el cierre de la frontera con México, para evitar el contagio de los estadounidenses, se encuentran del lado mexicano de la frontera con EU decenas de miles de centroamericanos retornados en espera de ser atendidos en su demanda de asilo. Nuestras fronteras norte con EU y sur con Guatemala, son espacios de hacinamiento de decenas de miles de migrantes centroamericanos y de otros países, que viven en condiciones básicas de insalubridad y de violación a sus derechos humanos. Hace falta una política que atienda las vulnerabilidades al contagio Covid-19 de los migrantes que están en territorio mexicano. Una ola de contagio comunitario sería de graves consecuencias.