Reforma eléctrica: ¿México en sentido contrario?

Mientras en el mundo avanza el desarrollo de energías renovables para la generación de electricidad, México frena y pone reversa de acuerdo con la iniciativa de reforma eléctrica, presentada por el presidente, que modificaría los artículos 25, 27 y 28 de la Constitución. La iniciativa deberá ser discutida por ambas cámaras del Congreso y aprobada o rechazada; también podría ser modificada a partir de la discusión y propuestas legislativas antes de ser aprobada. Morena carece de la mayoría calificada para aprobar reformas a la Constitución; necesitaría de votos adicionales por parte de la Alianza opositora o de alguno de los partidos lo que crea incertidumbre respecto a la posible aprobación de reforma.

De acuerdo con lo que se ha dicho, el objetivo de la reforma es rescatar y fortalecer a la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para garantizar la seguridad energética de México. ¿Por qué? La CFE tiene ya el monopolio de la transmisión. ¿Acaso no es suficiente? El golpe duro de la iniciativa va contra las energías renovables, solar y eólica o cualquier otra; va contra la inversión extranjera o contra la nacional en energías renovables y limpias, o contra los pequeños productores que utilizan ya la energía solar con páneles en sus azoteas, de los cuales entregan la energía no utilizada a CFE; para ellos representa un ahorro y una contribución a una menor contaminación con energía limpia. Y desde luego, la reforma pretende minimizar, o incluso eliminar la generación privada de energía eléctrica.

¿Para qué discutir una reforma basada en las energías no renovables y altamente contaminantes en un mundo en el que las energías limpias avanzan en sentido contrario? No es posible aceptar que la gasolina se produzca en México con combustóleo y acabemos envenenados por el aire que respiramos. Despreciamos la producción de energías limpias. No es posible que México se mantenga a la zaga de los países desarrollados, cuando acá son abundantes y crecen rápidamente las energías limpias y renovables, vinculadas con recursos naturales, de los que México es rico: sol, aire, agua.

La discusión sobre energías limpias con las que avanza el desarrollo energético en el mundo, es necesaria, aunque no para discutir una iniciativa que va en sentido contrario. Y que, por cierto, tendrá elevados costos para el país, para la inversión, para el desarrollo y la salud. Es necesario un nuevo proyecto de reforma energética, incluyendo las nuevas tecnologías con energías renovables.

La susodicha reforma presentada al Congreso pretende mantener las energías no renovables y altamente contaminantes a base de petróleo, gasolinas, diésel o combustóleo, que es el detritus del petróleo-basura y que nadie compra ya para la generación de energía eléctrica, México tiene toneladas de este supercontaminante combustóleo y pretende utilizarlo en refinerías de gasolina. Pretende también echar a andar viejas refinerías con un costo económico y de contaminación alarmante. No es una cuestión menor lo que deberán aprobar, rechazar o modificar a fondo en la Cámara de Diputados (cámara de origen) y posteriormente el Senado.

Las energías solar, eólica e hídrica son nuestro futuro, y puede afirmarse que ya son parte de nuestro presente: tenemos sol y viento como pocos países en el mundo. Si mejoramos el medio ambiente en vez de deteriorarlo, tendremos cada vez más recursos naturales utilizables. Hay que entender que ya estamos en el siglo XXI y que es tiempo de cambios energéticos en el mundo de los que estamos aún al margen, mirando al pasado.