Cambios, cambios, cambios

La geografía política mexicana y la chiapaneca -ésta nos interesa más a quienes vivimos aquí- ha cambiado en inicio desde el pasado 1 de julio, pero la geopolítica, la que estará formada por seres de carne y hueso también va a experimentar cambios sustanciales a partir del 1 de diciembre próximo.

Ya sabemos con gran conocimiento de causa que los políticos mexicanos le mandan a cambiar hasta el color a los edificios públicos, cambian colores y formas a muchos logotipos oficiales, vaya hasta las aceras de las banquetas cambian de color.

Siendo alcalde de Tuxtla Gutiérrez, Fernando Castellanos Cal y Mayor, ordenó, o por lo menos autorizó, que las aceras de las calles de la capital chiapaneca fueran pintadas de amarillo en señal de prohibición para automóviles y de rojo en señal de permiso para aparcar vehículos.

Eso sólo generó confusión entre los automovilistas porque esas el color amarillo había sido siempre la señal de permiso y el rojo siempre señal de prohibición. Nunca hubo una explicación satisfactoria a esa aberración que sigue estando vigente en estos momentos.

Cuando los panistas, Enoc Araujo Sánchez, Francisco Rojas Toledo y Victoria Rincón Carrillo, tomaron por costumbre pintar de color azul el edificio de la presidencia municipal y cuando el priista Samuel Toledo Córdova recuperó la alcaldía volvió a pintarla con colores a alusivos a su partido.

Otro ejemplo: todas las personas de mi generación nacimos con gobiernos priistas y más de la mitad de nuestras vidas convivimos con gobiernos priistas en los tres órdenes de gobierno.

De tal manera que cuando ganó el PAN la presidencia de la República y la coalición de Pablo Salazar la gubernatura de Chiapas, por primera vez en la historia hubo un cambio de estafeta.

Así que, a manera de anécdota, los periodistas nos encontramos en que todas las delegaciones gubernamentales federales habían sido ocupadas por panistas y todas las oficinas importantes del gobierno federal fueron ocupadas por personas afines a ellos.

Con sus propias características ocurrió lo mismo en el gobierno de Chiapas. Válgase eso como anécdota nada más.

El salto del 1 de julio

Bueno, volviendo a la clase política mexicana de hoy. Los cambios observados en aquella época fueron casi imperceptibles porque la ideología de los priistas y los panistas son diferentes pero muy matizadas, e incluso hubo convivencias de funcionarios públicos de primer nivel, en el ámbito federal y en el estatal, de priistas incrustados en los gabinetes panistas o de éstos incrustados entre los gobiernos priistas como ocurrió con el panista Antonio Lozano Gracia quien desempeñó notorio papel al frente de la Procuraduría General de la República en el gobierno del priista Ernesto Zedillo Ponce de León allá en el primer tercio de los noventa.

Sin embargo, cuando entramos a hablar al terreno de Morena y su principal líder y ahora presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, las percepciones cambian porque todo parece apuntar a que las cosas sí van a cambiar en forma radical, tanto en el fondo como en las formas.

Esos conceptos deberían ser normales en política, porque si hay un cambio de régimen es obvio que habrá cambio de ideas y de formas de hacer política.

Pero esos matices cambian y se intensifican cuando hay muchos políticos allegados a AMLO que parecieran estar resentidos con el sistema anterior. El resentimiento es un asunto personal que no debe trascender más allá de eso. No debe llegar al tema político.

La política y la administración pública deben ser imparciales. Allí no caben los temas emocionales.

Insisto, existe la percepción, por la forma en que se expresan, algunos allegados del futuro presidente mexicano, pareciera que están resentidos con el pasado inmediato.

Ojalá y sea solamente una percepción. Para que haya un cambio verdadero que beneficie realmente a las clases más necesitadas y desprotegidas de México.

De todas formas, todos empezaremos a mencionar nuevos nombres, nuevas formas de hacer política y nuevos proyectos gubernamentales desde ahora, pero con mayor énfasis desde el primero de diciembre próximo.

De boca en boca

Alguien que ha saltado al escenario político nacional es el joven político Zoé Robledo Aburto. Su excepcional olfato para haberse salido a tiempo del PRD y haberse incrustado en las filas de Morena y López Obrador le han valido que esté hoy considerado como subsecretario de gobernación del próximo gobierno federal. También, nos enteramos de que López Obrador le ha encargado que confeccione las bases para el proyecto de pacificación del país. Es un trabajo interesante pero un gran reto para el chiapaneco********De ahora en adelante van a empezar a surgir escándalos tras escándalos respecto de la ostentosidad con que vivían o trabajaban políticos mexicanos de alto nivel. Por lo pronto, ayer el periódico El Universal colocó en primera plana una investigación periodística reveladora de cómo se mueve el gobernador de Coahuila, Miguel Riquelme, quien ha gastado alrededor de 25 millones de pesos sólo en camionetas blindadas. Ellos argumentan que los vehículos blindados son para protegerlos de la delincuencia organizada que hay en sus entidades federativas. Será un tema polémico entre saber si esas acciones están plenamente justificadas o no. Pero hay otros casos en que usan las camionetas lujosas o la flotilla de naves aéreas para pasear a sus familiares. Aquí sí no habrá justificación que valga. La clase política que trabaja o se mueve en su vida personal con ostentosidad va a ser exhibida porque el nuevo gobierno federal trae la etiqueta de la austeridad. Todos aquellos que gustan de lujos a su alrededor pagados con dinero del pueblo, deberían poner sus barbas a remojar desde ahora. Ni modos.

alexmoguels@hotmail.com