Hoy domingo Día de San Valentín, es excelente para morir o para amar

Como un faro en alta mar, existe una pregunta luminosa, y que es fundamental para entender la existencia, y se trata del amor. Con nitidez, recuerdo que esa palabra me la formulé hace muchos años al margen del río Grande, sentado en una canoa donde va el remo timón, esta embarcación de manera se movía al ritmo de la corriente del río, pero mi mirada estaba inmutable, y la palabra amor daba vueltas como una hoja al centro de un remolino.

Hoy comprendo cabalmente que el amor, es quizás el sentimiento de más difícil conceptualización, y uno de los más inasibles a la hora de su definición. ¿Cómo hablar del amor sino metafóricamente, por alusión? Aunque, convengamos, siempre que hablamos, estamos hablando de amor.

Entonces, ¿cómo decir algo de eso que está en todas partes, pero a su vez en ninguna?, por ello recurro a la prosa poética, y les ofrezco “Mínimos acontecimientos domésticos”, constituida por estas cinco zagas, que yo escribí, pero que le pertenece a Aída Nandayapa:

UNO

Uno toma las cosas con esa ternura que aroma a la tarde. Y los libros y la mesa y la silla son objetos que descubren a un corazón que camina con pasos de gato. Ahora, tomo esta carta que se sonroja iluminando la noche, y la oscuridad adquiere su preciso orden. Las palabras escritas son un sol que tiene la firmeza de tu voz dictada por esa transparencia del amor. Me basta mirar a lo alto y pensar en vos, para que se precipite una lluvia sin previo aviso, y se establezca así el puente que une al oriente y al poniente.

DOS

Y los libros, la mesa, la silla, la tarde y la lluvia, ya lo saben. Y todos se amotinan y me interrogan. Habrás de saber que no estoy solo, que todos estos objetos son animados por algo que desconozco. Y me pongo a platicarles de mi amor con el descaro de un sol a mediodía. La silla me juega una broma al sentarme. Interpretan mi silencio, y la alfombra toma de nuevo su color rojo, los libros se cierran, la lluvia inicia una conversación.

TRES

Buscamos un lugar donde guardar ese amor que no cabe en el corazón. Damos vueltas eligiendo ese espacio secreto, bien puede ser al fondo del patio. Regresamos derrotados a nuestro lugar de origen, pensando que lo mejor es debajo de la cama. Y desatamos los amarres del corazón para soltar al amor que se mueve como una enredadera buscando el sol bajo del lago donde los sueños esperan. Algo pasa en la oscuridad, y no es la lluvia que no sobresalta. Este amor avanza como un ejército en la noche, endureciendo su corteza que permite el crecimiento de una rama con sus hojas y sus pájaros que cubren el techo.

CUATRO

Bajo la sombra de ese árbol que inventamos, escribo. Y la pluma es un hacha de certeros golpes que construyen una casa. Todo es motivo del amor. Hoy llovió y los ríos se desbordaron, me dolió ver los troncos y a los animales inflados que trae la corriente, pero me gustaría llevar esta tempestad a casa para que en ella te mojes. Me preguntas sobre los rayos que caerán, y mientras humedezco mis dedos hurgando algo en tu pelo, pienso en lo que guarda el relámpago. Ahora una palabra edifica la ventana que mira al poniente. Te provoco para que toques la tierra, sé que al mínimo contacto algo florecerá. Y en esa decisión que reta a la razón, crece un tamarindo en la palma de tu mano.

CINCO

Ese sol debe estar aún en la ribera del río. Todo lo demás se lo ha llevado el río y sus crecientes. Te busco en los mínimos acontecimientos domésticos, en el movimiento del pez al salir del agua. Andamos calle arriba buscando un sol, devorando nuestros corazones como si fueran moras. Y la sed está ahí, inmutable. He sentido la vergüenza de la soledad en toda su dimensión, mordiendo los hombros. Pero tus ojos brillan en el silencio del respiro. Por eso, ese niño y yo, habitamos contigo en el reflejo de una hoja húmeda.