Oleadas migratorias

En la frontera sur de México no hay muros ni de piedras ni policiacos o militares, son más de 650 kilómetros abiertos a todo; ocho pasos formales y cientos de informales, cruza el que quiere y lo que quiere. Eso lo saben las autoridades y los flujos migratorios son constantes. Hoy con la caravana de centroamericanos que llegó al puente internacional “Rodolfo Robles” se visibilizó el conflicto que viven las naciones vecinas: la pobreza, la violencia y los malos gobiernos que obligan a las personas a abandonar sus lugares de origen en busca de mejores oportunidades de vida.

Con cientos de policías concentrados en el puente internacional, por los costados estaban pasando decenas de extranjeros indocumentados tal como lo hacen todos los días. Hemos tenido y dado cuenta de otras caravanas no tan grandes, así como éxodos de miles de personas en pocos meses, como la de cubanos y ahitianos en el 2016 y principios del 2017, cuando miles llegaron solicitando un salvoconducto para ir a los Estados Unidos y hasta donde sabemos cientos de ellos permanecen en el norte de México en espera de que les abran la frontera y puedan entrar al vecino del norte.

En Centroamérica –Honduras y Nicaragua- los conflictos de tipo político se han agudizado en los últimos meses, las protestas sociales están a la orden del día, sumado a que no existe control de las pandillas que controlan todo. El éxodo seguirá, aunque en esta ocasión se vive una crisis porque son miles los que han llegado en poco tiempo y ninguna autoridad tiene la capacidad de brindarles atención rápida, aunque también sus dirigentes o representantes traen un discurso del todo o nada, en donde pasan o pasan sin siquiera ser registrados, cuando México ofrece apertura pero con orden.

Los sectores sociales y productivos de la región fronteriza chiapaneca con razón han demandado del gobierno federal y del estado atender la problemática migratoria que trae consigo otros problemas, como el de seguridad que se ha incrementado en forma considerable y en muchos casos los involucrados son pandilleros centroamericanos y se considera que muchos de ellos pueden aprovechar las caravanas para llegar y quedarse aquí. Tapachula en el último reporte del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática está entre las cinco principales en donde su población tiene miedo por la delincuencia.

El futuro gobierno de Andrés Manuel López Obrador está ofreciendo que ayudará a conseguir empleo y dará apoyos a los migrantes centroamericanos, aunque en Chiapas las condiciones de pobreza y marginación son tales que lo que se requieren son fuentes de trabajo primero para los nacionales. Nos dimos cuenta que en esta caravana vienen cientos de niños, muchos en brazos de sus madres y padres. Ellos no tienen conocimiento de lo que ocurre, pero el sufrimiento es real y han preferido abandonar su lugar de origen para ir en un viacrucis en el que incluso pueden perder la vida a quedarse en un clima de crisis y violencia.

Que el ingreso de los migrantes sea con orden y dentro del marco legal es lo que piden organismos sociales y empresariales, mientras que defensores de derechos humanos plantean que se les respeten sus garantías y se les  brinde atención al tratarse de personas de todas las edades, porque hay desde recién nacidos hasta adultos mayores y mujeres embarazadas. El gobierno tiene razón en hacer cumplir la ley, además que es su obligación.

Son miles de personas centroamericanas las que llegan a México y solicitan asilo, en lo que va del año ya superan las 14 mil, pero como su entrada es por pequeños grupos o familias no se ve el impacto; ahora en un solo evento se calcula que sean cinco mil, es difícil la atención por parte de las autoridades migratorias responsables de ese proceso, pero además en el caso que todas pidan refugio tendrán que seguir otro proceso ante la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (Comar) y por un lapso de 45 días tendrán que esperar en un albergue provisional.

Se trata de una real crisis migratoria la que estamos viviendo en estos días en la frontera sur del país, aunque se demuestra también las condiciones de vida en Centroamérica y la necesidad de que se instrumenten acciones de desarrollo, de generación de empleos y mejores oportunidades para que su gente no decida emigrar. Ya existe una propuesta del Presidente Electo, Andrés Manuel López Obrador para impulsar un programa regional conjuntamente con Estados Unidos, pero ojalá se haga realidad.

Una de las causas de la migración que hemos visto en la región es el incremento de la delincuencia e inseguridad, eso no significa que todos los ilícitos sean cometidos por extranjeros, pero los resultados de operativos dados a conocer por las autoridades demuestran que en la mayoría de los casos se les involucra, por tanto surgen temores ante la llegada de este importante grupo que por el momento requiere atención.

Se ha dicho que en las próximas horas o días podrán llegar más caravanas de migrantes a la frontera con Guatemala, incluso una oficial de madres que buscan a sus hijos desaparecidos en la travesía del viaje hacia los Estados Unidos que recorrerá la “ruta del migrante” a partir del 23 de octubre, por tanto, se requiere que el gobierno federal atienda la problemática en forma integral, porque si bien la mayoría son familias completas también se pueden “colar” grupos delincuenciales y pandillas cuyos integrantes deben identificarse, detenerse y deportarlos a su lugar de origen.

Ayer mismo empezaron a entrar pequeños grupos, principalmente de mujeres y niños que fueron recibidos por las autoridades y trasladadas a un albergue provisional, pero muchos más ingresaron a México por extravío, por el río Suchiate y ahí está el problema principal que debe ser atendido, al tener una frontera abierta y no pasa quien no quiere.