Preservación de los derechos humanos, credibilidad, participación y sustentabilidad son acciones que ahora privilegia la sociedad civil a medida que instituciones legendarias como partidos políticos, gobiernos, iglesias e iniciativa privada se pulverizan ante las grandes irrupciones sociales.

Si históricamente los ciudadanos participaron activamente en la toma de decisiones y promoción del bienestar común, ahora sus acciones son determinantes en el establecimiento de políticas públicas y acciones transformadoras en grupos vulnerables a través de la sociedad civil formada por organizaciones sin fines de lucro, grupos comunitarios, movimientos sociales y ciudadanos individuales que trabajan juntos en causas de interés público.

Estos grupos se dedican a la educación y sensibilización de la sociedad, a la defensa y asistencia legal, así como a la denuncia y monitoreo de violaciones a los derechos humanos.

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) dice que todos los días, en todas las partes del mundo, la sociedad civil contribuye con la promoción, protección y el fomento de los derechos humanos. Es un eje de acción que cada vez se solidifica más y más.

Los actores de la sociedad civil, entonces, comparten la misma búsqueda de justicia, igualdad y respeto a la dignidad humana. Se suelen llamar defensores de los derechos humanos, ONGs de derechos humanos, colegios de abogados, asociaciones de estudiantes, sindicatos, institutos académicos, sociedades benéficas…

Aun cuando muchos académicos, expertos en políticas e investigadores debaten sobre derechos humanos y política democrática, la sociedad civil mantiene un papel esencial en la rendición de cuentas de las instituciones gubernamentales y contrarrestar el poder del Estado.

Además, la incidencia de la sociedad civil no se limita a los ámbitos nacionales: También ejerce una influencia significativa en la agenda global, desempeña un papel clave en la promoción de tratados internacionales y en la supervisión de su cumplimiento.

En la práctica, la sociedad civil trabaja en conjunto para abordar desafíos globales como el cambio climático, pobreza y violencia de género, a través de la colaboración transnacional. Y como muchas organizaciones lo hacen ahora, están alineados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS).

Por eso, cuando los individuos se unen a organizaciones de la sociedad civil o participan en movimientos sociales, generan un cambio significativo de manera colectiva y logran presionar para generar reformas legales, impulsar políticas públicas inclusivas y garantizar la rendición de cuentas.

Esto porque la sociedad civil cuestiona y vigila las políticas y prácticas del gobierno y exige transparencia y respeto a los derechos fundamentales de los ciudadanos. Sin este contrapeso, la acción gubernamental podría ser abusiva y autoritaria.

Ahora, la sociedad civil no solo aboga por los derechos humanos desde afuera de las instituciones gubernamentales, también desempeña un papel activo en la formulación de políticas públicas.

Esto lo genera a través de la participación en procesos de toma de decisiones a nivel local, nacional e internacional. La inclusión de la sociedad civil en estos procesos, asimismo, no solo fortalece la legitimidad y efectividad, también garantiza una representación más amplia y equitativa de los intereses de la sociedad en su conjunto.

Por lo tanto, la sociedad civil es un catalizador para la promoción de los derechos humanos y sirve como una voz independiente y crítica frente a los abusos de poder.

Actúa como un vínculo fundamental para la promoción de la justicia y la igualdad entre la sociedad civil y permite la promoción de los derechos humanos de cada individuo. Su rol es crucial para poner fin a la discriminación, violencia e injusticia.

La existencia de una sociedad civil dinámica, diversa e independiente, capaz de actuar libremente, que está bien informada y preparada en lo que se refiere a los derechos humanos, es fundamental para garantizar una protección sostenible en todas las regiones del mundo.