Sin perder tiempo, la oposición (PRIANRD) y su candidata —seguras de su derrota— han emprendido toda una campaña sucia en contra del gobierno y sus logros, a fin de buscar, por enésima vez, debilitar a AMLO y su movimiento como única forma de competir en esta elección presidencial.

Sin proyecto, sin discurso, sin principios y, casi sin dignidad alguna, la oposición y la derechiza (críticos, organizaciones civiles y medios de comunicación ad-hoc) se están confabulando a fin de ensuciar el proceso electoral para, luego, tener un pretexto y justificar su derrota.

Del otro lado, Morena y su candidata protagonizan la continuación de un proyecto social y político totalmente viable y fortalecido, que se viene construyendo no de ahora, sino de las luchas y la sangre de mil batallas de gente con ideales y de buena voluntad, que a partir de 2018 lograron el triunfo de su sueño.

Es decir, hablamos de un proyecto con historia, contenido y aún con muchos logros por cumplir. Es difícil hablar en estos tiempos de utopías –a excepción de las de Iztapalapa- y menos de las utopías hechas realidad, pero, de alguna manera, México vive su propia utopía.

Y esa es la gran diferencia: mientras la oposición y la derechiza juegan peligrosamente a ensuciar el proceso electoral con su campaña del miedo, Morena sigue construyendo el sueño y trabajando por hacerlo realidad.

Veamos de cerca la campaña del miedo:

Primero. En poco menos de 6 años, la oposición y la derechiza han sido incapaces de elaborar, que digo un proyecto, ni siquiera un discurso, que los reivindique de la derrota moral y política sufrida en 2018. Por eso, el proceso electoral 2024 los volvió a tomar por sorpresa, sin más recurso y remedio que designar a otra mujer, para –según ellos- neutralizar la novedosa propuesta de Claudia.

Pero también se equivocaron de mujer, pues al ver que ella solamente atraía el voto anti-AMLO no fueron capaces de sustituirla, pues ni modo de reconocer su error. Y como no funcionó tampoco la estrategia de la “chistosita” y “groserita”, ahora van por la campaña del miedo, tratando de infundir temor a la sociedad si se sigue por el camino de la 4T.

Segundo. Los medios de comunicación ad-hoc se han sumado a esta campaña sucia, no de ahora, sino desde el propio inicio del actual gobierno, pues no aceptan que AMLO los haya vencido, les haya quitado la propaganda gubernamental y, sobre todo, los exhiba diariamente desde su changarro en el zócalo capitalino, con megáfono en mano.

Actualmente, esos medios han reforzado sus ataques al convertir sus noticieros en una verdadera carnicería –sin ninguna ética ni principios-, que salpica las pantallas de televisión y planas de los diarios con pura nota roja, en su intento de hacer de México un campo de batalla, un cementerio o un campo de concentración virtuales, para demostrar –según ellos- la estrategia fallida del gobierno.

Para ello, hacen uso de piernas y caras bonitas para atraer a la audiencia. El resultado es que ahora todo lo malo es noticia y lo bueno no existe, todo por desacreditar al gobierno de AMLO.

Tercero. Da pena ver a críticos y otrora analistas destacados, sumarse a la campaña del miedo de la oposición y justificar abiertamente su uso en una elección, pues dicen despreocupados: “siempre han existido las campañas sucias”, poniendo ejemplos acomodaticios y llamando a los votantes a ser parte de esa guerra y votar por ellos.

Casi me desmayo un lunes por la noche, al ver a un maestro de la universidad sumarse a esta campaña sucia, sin ninguna vergüenza en su rostro y arrastrando el poco prestigio que le queda. Más aturdido quedé al ver el desplegado de medio centenar de intelectuales y denunciar una elección de Estado y pedir un trato equitativo a los medios de comunicación que, se les olvida, son parte de la campaña sucia. No se entiende su lógica, ni su intelectualidad.

Finalmente, la oposición y la derechiza –como buenos conservadores- han recurrido a medios internacionales, tanto gobiernos, como periodistas y partidos políticos de su misma ideología o peor, para pedir ayuda y casi la intervención extranjera para evitar que Morena siga gobernando, pues para ellos, una mayoría del pueblo no es suficiente si se compara con una minoría iluminada, como se creen ellos.

En tal sentido, me parece que el verdadero peligro en esta elección, aparte de los grupos criminales, son las campañas sucias, de miedo, odio y rencor, que tanto la oposición, como la derechiza realizan para buscar el voto o, en su defecto, el descredito del proceso electoral, como única forma de manchar el probable triunfo de Morena y su candidata.

Y aquí me pregunto si esa clase media -por definición, de avanzada y progresista-, a la que dice representar la oposición y la derechiza, se sumará a la campaña del miedo. No lo creo. Porque sus miembros son más inteligentes que esos dirigentes; más honestos que esos partidos políticos; y, sobre todo, más pensantes que esos intelectuales de renombre.

Al final, buena parte de la clase media se va a decantar por un proyecto, una utopía hecha realidad y por una candidata con compromiso social, experiencia y amiga de la ciencia.

Entonces, queda claro que las guerras sucias no se justifican por ningún motivo, razón o circunstancia en un proceso electoral, menos en una democracia en proceso de consolidación, pues la debilita.

Igual que los medios de comunicación ad–hoc han hecho creer a la sociedad que todo lo malo es la noticia, la oposición y la derechiza tratan de justificar que una guerra sucia es la mejor forma de competir ante la falta de argumentos. Gran error de ambos, que podría traer consecuencias.

Y el INE; bien, gracias.