Hoy en día la gran mayoría de las personas interactuamos en el ciberespacio. Sin dejar de reconocer las ventajas que las nuevas tecnologías aportan a nuestra vida, es imposible deslindar los riesgos de nuestra interacción a través de los medios electrónicos, como lo es la pérdida de la privacidad. Pocas veces nos detenemos a pensar en el cúmulo de datos que registramos y, por tanto, que compartimos a través de nuestros dispositivos (smartphone, computadoras, pantallas, tabletas, consolas de video juegos) y en los peligros que conlleva.

¿Cuánta información registran estos dispositivos?

Prácticamente la mayor parte de nuestra vida. Nuestros contactos, ya sean familiares, sociales, laborales, escolares; lo que compramos; los lugares que visitamos; los horarios y la frecuencia con la que lo hacemos y hasta con quienes estamos. Ahí compartimos imágenes, videos, en fin, un cúmulo de información sobre nuestra persona.

Pero ¿qué sucede cuando se vulnera nuestra privacidad y se utiliza nuestra información, nuestras imágenes o videos para violentarnos?

Precisamente el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) da a conocer el Módulo sobre Ciberacoso (Mociba) 2022, que tiene como objeto generar información estadística para conocer la prevalencia de ciberacoso entre las personas de 12 años y más que usan internet en cualquier dispositivo, así como identificar el tipo y la caracterización del ciberacoso.

El estudio precisa que, del total de la población de 12 y más años (poco menos de 84.1 millones), el 20.8 %, equivalente a 17.4 millones de personas fueron víctimas de ciberacoso, de las que 9.8 millones fueron mujeres, con una mayor incidencia en mujeres de entre 20 y 29 años, seguida de mujeres entre 12 y 19 años.

A nivel nacional, de la población de 12 años y más que vivió ciberacoso durante los últimos 12 meses, el más recurrente fue el contacto mediante identidades falsas, seguida de mensajes ofensivos, recepción de contenido sexual, insinuaciones o propuestas sexuales, éstas dos últimas con una incidencia de casi el doble tratándose de mujeres.

Por lo que hace a los agresores, el 61.3 % de las víctimas desconocía a la persona agresores, en tanto que el 19.1 % eran conocidos. Y, en cuanto a los medios, el 44.5 % de las víctimas fue acosada por medio de Facebook, seguido de WhatsApp, llamadas a teléfono celular y Messenger, entre los de mayor recurrencia. De estos, los más utilizados para agredir a las mujeres son WhatsApp y Facebook.

El Mociba, además, aporta y compila información relativa a las medidas de seguridad adoptadas para protegerse contra el ciberacoso, la percepción sobre la importancia de proteger los datos en internet y en qué medida se protegen.

Como vemos, el espacio digital no ha sido la excepción en la reproducción y reiteración de la violencia contra las mujeres; expresa la vigencia del machismo, ahora materializado en mensajes en redes sociales, a través de los que se publican imágenes y videos con contenido íntimo o contenidos en los que se descalifica a las víctimas.

En México, se ha legislado sobre la violencia digital. Prácticamente estas conductas son sancionadas en todos los Estados de la República, con lo que queda de manifiesto la importancia que las instancias legislativas le han dado para su atención, prevención y sanción. Por ello es importante tomar conciencia de la denuncia de estas conductas que tanto lastiman a las personas, sobre todo a mujeres, niñas y adolescentes.

En un mundo cada vez más interconectado, es imperativo que luchemos para evitar que el uso de las tecnologías de telecomunicación sean armas de acecho y acoso contra mujeres, niñas y adolescentes; que aprendamos y enseñemos a cuidarnos; que no guardemos silencio ante ello y denunciemos.

¡Promovamos un entorno en línea seguro y respetuoso!