Cirugía mayor

El sector salud de Chiapas requiere urgentemente una cirugía mayor para salir de la terapia intensiva en que se encuentra, debido al saqueo indiscriminado de que ha sido víctima desde el sexenio de Juan Sabines Guerrero.

Sin margen de operación, a la actual secretaria de Salud, Leticia Montoya Liévano, sólo le ha tocado “administrar” la crisis que sus antecesores le dejaron y cerrar un sexenio de locos en el que muchos funcionarios se enriquecieron descaradamente de la noche a la mañana.

Las consecuencias están a la vista: Una deuda de alrededor de dos mil millones a proveedores, según cifras extraoficiales (algunos han recibido la promesa del próximo secretario de Hacienda de que les liquidará) y de 883 millones a los trabajadores, de acuerdo con el sindicato. 

A la crisis generada desde hace varios años por el gobierno con la falta de medicamentos e insumos en los hospitales, ahora se suma la falta de atención de los trabajadores, debido a que desde hace casi un mes están en un paro de brazos caídos para exigir la liquidación de 883 millones de pesos correspondientes a pagos relacionados con el Sistema de Ahorro para el Retiro (SAR), del Fondo de la Vivienda del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (Fovissste).

Desde que comenzaron con la llamada asamblea permanente, los trabajadores de salud han dejado de atender a los pacientes, salvo las urgencias, lo que ha ocasionado una grave afectación a muchos pobladores que tienen que recurrir a médicos particulares para ser atendidos.

Da tristeza -y coraje, pues para eso se pagan impuestos- acudir con un paciente buscando atención en un hospital o un centro de salud y encontrarse con que no hay servicio. “Sólo urgencias reales”, dice, por ejemplo, una cartulina en el hospital de las Culturas de San Cristóbal. ¿De qué sirve que el gobierno estatal haya inaugurado varios hospitales -ocho se dice- si no tienen equipo, personal suficiente, medicamentos ni insumos? Bueno, al final eso no importa si con la construcción de las obras algunos funcionarios de primer nivel se quedaron con muchos millones de pesos.

De por sí la atención ya era deficiente en los hospitales públicos (para algunas cirugías hay que esperar meses en muchos casos, por ejemplo), a causa de la falta de medicamentos e insumos y de la saturación de varios de ellos por la alta demanda. Desde hace ya un buen tiempo los pacientes tienen que comprar medicamentos e insumos para su atención, mientras los ex secretarios del ramo y exdirigentes sindicales se han llenado las bolsas con el dinero que debería de servir para atender a la población. Y lo peor: En total impunidad. Más grave aún: Nadie les ha hecho ni les hará nada porque ya viene el perdón y olvido para los que han saqueado el erario público a costa del sufrimiento de la gente que paga impuestos.

Si el futuro gobierno quiere que las cosas funcionen medianamente bien, la o el próximo titular de la Secretaría de Salud en Chiapas tendrá que hacer una reorganización a fondo del sector para prestar un servicio de calidad como ha prometido el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador.

Parte de la reorganización tiene que consistir en ubicar a los trabajadores -médicos, enfermeras, etcétera- en los sitios en los cuales se necesitan y no dejar como ocurre ahora en algunos hospitales a varios cirujanos cuando en otros lugares no hay ninguno.

Algunos trabajadores aseguran que no necesariamente hace falta personal en los hospitales y centro de salud, sino que lo que sucede es que están mal distribuidos. Sea lo que sea, la gente quiere ver un verdadero cambio en la atención en los hospitales públicos a partir del próximo primero de diciembre.

Por lo pronto, no se ve por dónde el agonizante gobierno estatal que ha continuado en todos los sentidos el brutal retroceso del anterior para esta sufrida entidad, pueda solucionar la grave crisis del sector salud, pues el dinero ya está bien guardado en cuentas bancarias o invertido en ranchos u otras propiedades. En fin, a ver hasta cuándo tenemos que aguantar esta situación.

Picotazos

Ayer se cerró la convocatoria para participar en la elección del nuevo rector de la Universidad Autónoma de Chiapas (Unach), y como pocas veces, se registraron candidatos al por mayor, quién sabe con qué intención. De verdad que da pena saber de algunos nombres que sin llenar ningún requisito académico ni moral aspiran a dirigir la máxima casa de estudios de la entidad. En la facultad de Derecho, con sede en San Cristóbal, ya advirtieron que si Enoc Hernández Cruz es designado tomarán la rectoría. Pero junto con él hay otros que de plano ni siquiera deberían de inscribirse, menos ser nombrados. Todo mundo sabe que la Universidad está en quiebra y que necesita mucho dinero para funcionar, pero extrañamente todos quieren dirigirla y buscan apoyos por todos lados para tratar de que el dedo todo poderoso apunte hacia ellos. A partir del cierre de la convocatoria sesionará la Junta de Gobierno, que jocosamente algunos dicen que está integrada por el exgobernador, el gobernador sustituto, el futuro senador, el gobernador entrante y una madre. Muchos de los aspirantes registrados aseguran que tienen los conocimientos y méritos suficientes -y hasta demás- para dirigir a la Unach, a pesar de que no pocos ya ocuparon cargos importantes y nada por lo que se les pueda recordar hicieron. Más de alguno participa para negociar a ver qué obtiene, aunque sea becas para viajar o estudiar en el extranjero. Varios ya han recorrido ese camino y les gustó. Lo que necesita la Universidad es un rector que la levante en todos los sentidos, que le dé prestigio y no que sólo busque el cargo por el cargo para mejorar sus ingresos económicos. Por cierto, sólo el indígena tzotzil Laureano Rodríguez Ortiz, que cuenta con doctorado, maestría y otros grados académicos, ha propuesto destinar el 50 por ciento de sus ingresos para becas para estudiantes pobres. Ojalá que por el bien de la Unach y de Chiapas, la Junta de Gobierno designe al más indicado. Fin.