¿Es Nayib un AMLO?

Cobijados con el manto protector de San Oscar Arnulfo Romero, la última semana de diciembre viajamos a El Salvador para visitar a la familia y tomar algunos días de descanso.

Entre familiares, amigos, conocidos y extraños supimos que ya desde finales del mes se sentía en ese país la euforia por las elecciones presidenciales del próximo 3 de febrero.

Al igual que México antes de julio del año pasado se vive una gran efervescencia por la posibilidad de un “cambio” entre comillas, pues un joven, Nayib Bukele, nacido en una familia de prósperos empresarios de origen palestino ha cautivado a gran parte del electorado, principalmente a los jóvenes, porque una de sus habilidades es el manejo de las redes sociales.

Los resultados de todas las últimas encuestas dadas a conocer la semana pasada lo ubican como puntero, incluso superando el 50 por ciento de los votos, lo que, de confirmarse en los comicios del 3 de febrero, evitaría la segunda vuelta.

De acuerdo con los sondeos de opinión realizados por varias empresas e instituciones, en segundo lugar se ubica el empresario Carlos Callejas, del ultraderechista partido Alianza Republicana Nacionalista (Arena) y en tercero, Hugo Martínez, del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), surgido de la guerrilla que durante más de 12 años combatió al gobierno de ese país.

Bukele, de 37 años, ha cautivado a muchos ciudadanos desde que bajo las siglas del FMLN fue alcalde de Nuevo Cuscatlán, ubicado en las afueras de la capital salvadoreña, donde otorgó becas a jóvenes de escasos recursos económicos.

Luego fue alcalde de San Salvador, la capital, pero cuando el año pasado intentó ser el candidato del FMLN a la presidencia de la República fue expulsado, por lo que buscó fundar su propio partido, Nuevas Ideas, pero fue bloqueado por el partido en el poder y terminó aceptando el registro del derechista partido Gran Alianza por la Unidad Nacional (Gana) para competir en las elecciones del 3 de febrero.

Es fácil darse cuenta de que Nayib puntea las preferencias, ya que los dos candidatos que le siguen, el Callejas de Arena y el exguerrillero, Martínez del FMLN han enfocado sus baterías en contra suya.

Sabedor de que va hasta arriba, Bukele ha preferido no arriesgar y no ha acudido a los debates entre candidatos presidencias. Seguramente su valoración es que pierde menos no asistiendo que enfrentando en vivo a sus contrincantes. Y sí, parece que el costo político por su inasistencia es menor.

Lo triste es que en las encuestas dadas a conocer la semana pasada el FMLN se mantiene en un tercer lugar, muy por debajo de Bukele e incluso de Callejas, luego de dos períodos de cinco años cada uno en la presidencia de la República. Si como lo vaticinan los sondeos termina en el tercer sitio, ese partido tendrá que refundarse para no desaparecer. Ello daría la razón a los dirigentes y militantes que se inclinaban porque su candidato presidencial fuera Nayib y no un excomandante.

El sentir de la mayoría de ciudadanos salvadoreños es que Bukele representa un cambio, aunque en el fondo no sea necesariamente cierto porque tampoco ha ofrecido propuestas radicalmente distintas a las de sus contrincantes.

Lo que ocurre es que al igual que en México, la gente está harta de los mismos y prefiere probar con alguien que en teoría sería diferente. Algo que se escucha decir frecuentemente es: “Ya probamos con Arena y no funcionaron las cosas y el FMLN ya estuvo dos períodos y tampoco dio resultados, así que nada perdemos con probar con un candidato diferente”.

A pesar de que en general es visto como alguien medio alocado, arrebatado, inconsistente y en ocasiones hasta soberbio -en marzo del año pasado, siendo alcalde de San Salvador dijo que el entonces presidente de México, Enrique Peña Nieto era un “imbécil impuesto por los medios de comunicación”- la gente prefiere arriesgar y probar si con él se ve un cambio.

Aunque militó algunos años en el FMLN, cuando fue alcalde de Nuevo Cuscatlán y de la capital, Nayib es más de derecha que de izquierda, pero sobre todo conserva su mentalidad de empresario. Su fuerte como candidato es el manejo de las redes sociales.

Para medirlo como funcionario público es necesario evaluar su trabajo como alcalde, y al parecer tiene más positivos que negativos, pues de lo contrario sus contrincantes ya se lo habrían acabado.

Valga decir que hasta ese país ha llegado la euforia del triunfo en México de Andrés Manuel López Obrador, a quien se le ve como alguien honesto que combatirá la corrupción, cáncer que también afecta a la nación centroamericana, que padece a las pandillas. En esos días había llamado la atención su propuesta de reducir los exorbitantes salarios de los altos funcionarios.

Si como prevén las encuestas, Bukele gana con más del 50 por ciento se evitará la segunda vuelta, pero si no, habrá nuevas elecciones para definir al ganador y ahí van a salir chispas porque los partidos tendrán que hacer alianzas para tratar de ganar. La pregunta es: ¿Se aliaría el FMLN con Nayib o con Callejas? Con todas las diferencias parece más factible un acuerdo con el primero porque cuando menos ya militó en sus filas y hacerlo con el derechista Arena, cuyo fundador, Roberto d’Aubuisson fue acusado de la formación de los temibles escuadrones de la muerte y del asesinato de monseñor Romero, ahora santo, sería el acabose para ese partido, pues han sido antagonistas toda la vida, aunque en política los intereses prevalecen a las ideologías, en caso de que todavía las hubiera. Durante más de 12 años la guerrilla del FMLN combatió a la oligarquía aglutinada en Arena en una guerra que dejó más de 75 mil muertos. Por tanto, es (casi) impensable una alianza entre esas dos fuerzas políticas.

Lo lógico, por tanto, sería que la tercera fuerza en el país, el FMLN, si es que los resultados de las elecciones se confirmen con las encuestas, sería que se aliara con la primera, en caso de que Nayib conserve la condición de puntero.

A estas alturas es difícil que cambie el escenario, a menos que el FMLN se sacara un as de la manga, lo que no se ve tan factible. Si cae al tercer lugar su capital político para negociar serán sus 23 diputados en la Asamblea Legislativa (segunda fuerza) y las alcaldías que conserva. Fin.