¿Racismo? ¿Envidia?

El racismo y la discriminación enraizados que todavía subsisten en muchos sectores sociales de México salieron a flote con la nominación de la actriz indígena Yalitza Aparicio al codiciado premio Oscar que se entregará el próximo domingo 24 de este mes en Estados Unidos a lo más selecto del cine mundial.

Pocas veces ha habido campañas como la que se ha desatado en contra de la maestra indígena oaxaqueña, por el sólo hecho de su origen étnico y que se reconozcan sus méritos en la película Roma, del cineasta mexicano Alfonso Cuarón.

Independientemente de que a algunos no les guste su actuación ni la cinta, pareciera que por ser indígena no tiene derecho a que se reconozca su talento como actriz, ya reconocido en diversos países en los que Roma ha llamado la atención. Desde ese punto de vista y del de su nominación, ella ya es ganadora, pase lo que pase con los premios Oscar el próximo domingo.

Y México también gana con su sola nominación, ya no digamos si los jueces deciden darle el premio, lo que significaría un momento muy emocionante no sólo para millones de mexicanos sino de habitantes de otros países.

Yalitza se ha ganado el corazón de millones de mexicanos que se alegran de que una mujer indígena de cuna humilde triunfe como lo está haciendo ella, pero también hay muchas personas envidiosas que quisieran verla fracasar, como si no tuviera derecho al éxito.

Bien dicen que a veces, el mexicano es el peor enemigo del mexicano, que en lugar de ayudarlo busca la forma de echarle zancadilla, a diferencia de lo que ocurre en otros países.

El caso es que nunca faltan motivos para la división: Nos divide y hasta confronta la política, la religión, el futbol, etcétera, porque muchas personas frustradas a veces se fanatizan o toman las cosas muy apecho, como si en ello les fuera la vida cuando no es así.

El racismo y la discriminación han llegado a tal grado de que varias actrices mestizas veteranas han protestado porque Yalitza fue nominada al Oscar, cuando apenas ha debutado en el cine y ellas llevan muchos años actuando, sobre todo en telenovelas, como si el Oscar se entregara por trayectoria y no por actuación en una cinta.  Qué decir de las palabras del actor Sergio Goyri, quien fue sorprendido y grabado cuando se refirió a la actriz como “pinche india”. Claro no lo dijo en público, pero es lo que piensa.

En ese cajón están muchos mexicanos que no expresan lo que siente y simplemente se guardan sus comentarios, pero a algunos se les salen conciente o inconcientemente, tal vez creyéndose superiores a la raza indígena, que viene de lo más profundo de la Nación.

Es probable que muchos de los que ahora se ensañan con la novel debutante actriz también desprecien a Benito Juárez, indígena oaxaqueño que no sólo llegó a ser presidente de la República, sino que es considerado uno de los mejores.

De 25 años de edad, Aparicio es la primera mujer indígena nominada a un premio Oscar, en parte tal vez por un golpe de suerte porque fue seleccionada de entre más de dos mil mujeres para actuar como Cleo, la sirvienta de una familia acomodada en la Ciudad de México. Y en parte también, por supuesto por el papel de sirvienta que hace en Roma, en la cual se ven reflejadas, miles de mujeres mexicanas que trabajan o han trabajado de sirvientas.

Pase lo que el domingo en la premiación se seguirá hablando mucho -más todavía- de Yalitza, lo que desde luego le servirá de promoción personal y se generará mucha expectativa por verla en la siguiente cinta.

Da la impresión de que la coyuntura política del país también le ha sido favorable a Roma y a Yalitza, pues el nuevo gobierno que preside Andrés Manuel López Obrador ha enfocado en buena medida el discurso -el discurso, hay que aclarar- en los pobres, en los que menos tienen como la sirvienta Cleo.

Puede decirse que Cuarón le atinó al tema, lo haya o no pensado así. El caso es que desde hace dos años inició el proyecto que ahora lo tiene en la cumbre. Ojalá que el domingo todos los que han sido conquistados por Yalitza puedan celebrar la entrega del premio Oscar, para olvidar un poco la ola de violencia que azota el país nuevamente en estos primeros dos meses y medio del nuevo gobierno.

Uno de los hechos más graves sucedió el pasado miércoles en la comunidad de Amilcingo, Morelos, donde fue asesinado a balazos el dirigente Samir Flores Soberanes, uno de los principales opositores al Proyecto Integral Morelos y delegado desde hace muchos años del Congreso Nacional Indígena (CNI).

Uno de los proyectos que el gobierno federal pretende imponer en ese estado es el de la termoeléctrica de Huexca, y Samir era uno de los principales opositores. Un estorbo, pues, para los planes de oficiales.

Después de este asesinato debería de cancelarse ese proyecto, pero al parecer las autoridades federales están empeñadas en que se lleve a cabo al costo que sea.

Tal vez sería un poco ingenuo pensar que el asesinato fue ordenado desde las esferas del gobierno federal, ya que es más fácil que la muerte del dirigente provoque la suspensión de la construcción de la hidroeléctrica, y no que se continúe con el proyecto.

Los autoridades intelectuales y materiales bien podrían ser los enemigos políticos del presidente López Obrador, que con acciones como estas pretenden debilitarlo. Y claro que lo están logrando, pues el nuevo gobierno ha sido incapaz de frenar la ola de violencia en el país.

Por ello, el más interesado en que este crimen se aclare cuanto antes y se castigue a los responsables, debería de ser el gobierno federal. Sobra decir que muchos sectores del país han condenado el hecho y exigido que se haga justicia, además de que se frenen estos asesinatos que muchos pensaron serían cosa del pasado a partir del primero de diciembre pasado. Ya vimos que no. Fin