1998, el año del contraste ambiental

En Valdivia no hay lápidas, solo un paisaje reconstruido por la naturaleza donde la arena y fango aún sale de las casas y de su iglesia principal sepultadas. En Tziscao, la comunidad indígena Chuj evitan con temor encender una fogata; traumas del año 1998 en Chiapas, marcado a fuego y agua por dos de las peores catástrofes ambientales del siglo XX en el estado. Catástrofe La primera semana de septiembre de 1998 no fue simplemente una temporada de lluvias. Fue un diluvio bíblico que triplicó los valores de precipitación promedio anual. La confluencia de humedad de dos océanos y sistemas de baja presión descargó entre mil 500 y dos mil 500 milímetros de agua en un solo mes, el 62 % de la lluvia que normalmente cae en un año. Pero la tragedia no solo cayó del cielo. La tierra, previamente despojada de sus defensas naturales, colapsó. Menos del 18 % de la vegetación original permanecía en la sierra y solo un 2 % en la planicie costera, producto de décadas de deforestación. Esta erosión severa convirtió las lader