Huele a adobe, a barro, a teja; más de cien años adornan una vivienda que se ubica en el ejido Plan de Ayala, de esas casas que quedan muy pocas en Tuxtla Gutiérrez. El color está por todas partes y en medio un altar: parece un portal que conecta con los seres queridos que han partido al más allá. Raúl Bonifaz abrió las puertas de su hogar. La madera y las flores se respiran; las catrinas recuerdan más de 50 años de tradición en esta familia. El incienso perfuma el hogar. El pan de muerto, las mandarinas y hasta el tequila revisten el espacio. Es un altar con recuerdos a seres queridos, a la familia que se adelantó en el camino, pero las tradiciones se quedan. Hay que conservarlas porque, como relató Bonifaz, dan una sensación de paz y tranquilidad. La sala de este hogar te lleva a muchos rincones del país: Chiapa de Corzo, San Cristóbal de Las Casas, Tuxtla Gutiérrez y hasta el Estado de México. Las manos de artesanas y productores locales también se ven reflejadas. La luz tenue y el papel picado embellec
Altar en Plan Ayala, una tradición con más de medio siglo
Huele a adobe, a barro, a teja; más de cien años adornan una vivienda que se ubica en el ejido Plan de Ayala, de esas casas que quedan muy pocas en Tuxtla Gutiérrez. El color está por todas partes y en medio un altar: parece un portal que conecta con los seres queridos que han partido al más allá. Raúl Bonifaz abrió las puertas de su hogar. La madera y las flores se respiran; las catrinas recuerdan más de 50 años de tradición en esta familia. El incienso perfuma el hogar. El pan de muerto, las mandarinas y hasta el tequila revisten el espacio. Es un altar con recuerdos a seres queridos, a la familia que se adelantó en el camino, pero las tradiciones se quedan. Hay que conservarlas porque, como relató Bonifaz, dan una sensación de paz y tranquilidad. La sala de este hogar te lleva a muchos rincones del país: Chiapa de Corzo, San Cristóbal de Las Casas, Tuxtla Gutiérrez y hasta el Estado de México. Las manos de artesanas y productores locales también se ven reflejadas. La luz tenue y el papel picado embellec