El drama que vive un migrante

A muchos de los migrantes centroamericanos que vienen huyendo de la violencia de las pandillas les llueve sobre mojado, como al salvadoreño Anastasio, que fue asaltado con su hijo al cruzar en una balsa el río Suchiate para ingresar a México y tratar de salvar la vida. “Nos vinimos porque ya no se podía trabajar en el país y nuestra vida corría peligro”, afirmó el hombre que desde hace varios días está en el albergue el Buen Pastor, ubicado en Tapachula, en espera de que las autoridades mexicanas le den trabajo como parte del programa para contener la migración. “Yo me dedicaba a hacer carbón en El Salvador, pero llegó un momento en que fue imposible seguir y la única opción era quedarnos con el riesgo de que nos mataran o salir hacia México”, dijo. Señaló que de su trabajo dependía su familia, “pero empezaron las pandillas a pedirnos ciertas cantidades de dinero que no podíamos pagar. Empezaron a pedir 500 dólares al mes, luego le fueron subiendo hasta llegar a mil, pero ya no podíamos, por lo que tuvimos qu