El legado de la música tradicional de Chiapa de Corzo

Gil Humberto Pascacio Robles tenía seis años cuando tocó por primera vez el tambor para poder ejecutar la música tradicional de Chiapa de Corzo en el recorrido de la pandilla Changuiti, la más antigua de la Fiesta Grande.  En un altar colocado frente a la entrada de su casa —en el barrio de San Antonio Abad— está una de sus máscaras de parachico acompañando a las cuatro imágenes de la virgen de Juquila, mientras que en el sillón se encuentra el resto de su vestimenta. A la edad de 15 años tuvo su primer maestro, Nereo Nigenda Fernández, uno de los músicos tradicionales más antiguos de la ciudad; posteriormente aprendió del maestro pitero, José González Aguilar.  Relata que desde 1983 destina días para tocar y otros para danzar con los parachicos, o bien, hace ambas. En 40 años no ha faltado a ninguna fiesta. Dice que el amor por la música y la tradición lo trae en la sangre.  “Mi hijita de tres años, Hilary, ya toca un poco de tambor, se lo di desde los seis meses de edad. Mi papá —Rafa Pascacio— tocaba la ma