Flor sagrada que teje identidad y fe en Chiapas

En lo profundo de las montañas y en los pueblos zoques del centro y norte de Chiapas florece una tradición que une lo sagrado con lo artístico: el joyonaqué, también llamado “ramilletes cosidos”. Más que un ornamento, esta práctica reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de México es un acto de fe, identidad y resistencia cultural. Símbolo El término proviene del idioma zoque y significa “flor costurada” o “flor amarrada”. Cada ramillete es confeccionado con flores consideradas sagradas, como la flor de mayo, buganbilias, crisantemos, nardos y musas, que son dispuestas con minuciosidad hasta formar símbolos como el sol, la luna, el cáliz o el Espíritu Santo. Las obras son ofrendas dirigidas tanto a deidades de la cosmovisión zoque como a santos y vírgenes católicos, especialmente en Semana Santa. El proceso es ceremonial desde el inicio: hombres designados recolectan las flores, los espacios de trabajo son purificados, se comparte pozol y la música tradicional acompaña la confección. Con agujas larg