Jesuitas llegaron a Chiapas en 1956

“Los jesuitas somos como un zoológico, donde cada uno está en peligro de extinción porque somos de muchos modos; hay jesuitas obreros, quienes se dedican a los derechos humanos o a una parroquia, o jesuitas en apostolados laicos”, sostiene el padre Arturo Estrada, de la misión jesuita en Bachajón. Y acota que “más allá del sacerdocio, lo esencial es servir al mundo y formar parte de un cuerpo de lucha social”. El padre Arturo trabaja en la implementación de un cristianismo autóctono a través de la “buena palabra y la buena justicia, con una armonía entre todas y todos, siempre y cuando haya una base social que la respalde”. Trabaja en las traducciones simbólicas y literarias de la liturgia en idioma tseltal y explica el contexto, “en el caso particular de Chiapas, que fue el último en entrar al conjunto del país, y por otro lado, las grandes extensiones de tierras fueron entregadas a terratenientes españoles, generando una identidad indígena muy fuerte porque ante la esclavitud y opresión las identidades se f