Cansado de la dictadura del presidente Porfirio Díaz, el 20 de noviembre de 1910 el pueblo de México se levanta en armas, derroca al dictador. El 3 de julio de 1911, so pretexto de la Revolución mexicana, el que don Francisco I. Madero hiciera su entrada a la Ciudad de México el 7 de junio, y que resultara electo gobernador interino el Ing. Reinaldo Gordillo León, un grupo de hacendados, terratenientes, comerciantes y políticos sancristobalenses, entre los que destacaban Juan Espinosa Torres, Alberto Pineda Ogarrio y Antero Ballinas (bajo la dirección del obispo de Chiapas Francisco Orozco Jiménez y Jacinto Pérez "Pajarito", último líder chamula), aprovechan la coyuntura política: desconocen al gobernador constitucional y nombran como gobernador provisional a Manuel Pineda y tratan de regresar la capital del estado, de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez a San Cristóbal de Las Casas, antigua capital de Chiapas, que les había arrebatado en 1892 el entonces gobernador del estado Lic. Emilio Rabasa. Los sancristobalen
La Revolución Mexicana en Tuxtla
Cansado de la dictadura del presidente Porfirio Díaz, el 20 de noviembre de 1910 el pueblo de México se levanta en armas, derroca al dictador. El 3 de julio de 1911, so pretexto de la Revolución mexicana, el que don Francisco I. Madero hiciera su entrada a la Ciudad de México el 7 de junio, y que resultara electo gobernador interino el Ing. Reinaldo Gordillo León, un grupo de hacendados, terratenientes, comerciantes y políticos sancristobalenses, entre los que destacaban Juan Espinosa Torres, Alberto Pineda Ogarrio y Antero Ballinas (bajo la dirección del obispo de Chiapas Francisco Orozco Jiménez y Jacinto Pérez "Pajarito", último líder chamula), aprovechan la coyuntura política: desconocen al gobernador constitucional y nombran como gobernador provisional a Manuel Pineda y tratan de regresar la capital del estado, de la ciudad de Tuxtla Gutiérrez a San Cristóbal de Las Casas, antigua capital de Chiapas, que les había arrebatado en 1892 el entonces gobernador del estado Lic. Emilio Rabasa. Los sancristobalen