Los primeros auxilios ante una mordedura de serpiente

En 1980 mientras realizaba su año rural de medicina, Romeo Albores, se enfrentó a un caso que lo conmovió para siempre: un niño había sido mordido en su mano izquierda por una víbora. Cuando el pequeño llegó al hospital del municipio de Palenque, cuatro horas más tarde del ataque, sus padres, torpemente, habían intentado paliar los efectos de la mordedura a base de aceites y de rezos, pero al agravarse la situación del niño se hizo necesario trasladar al paciente al nosocomio, ya que el veneno de la serpiente le generaba dolor intenso, le impedía coagular la sangre y era causante de anemia, trombocitopenia (disminución de la cantidad de plaquetas) y del comienzo de una insuficiencia renal aguda. El caso solo pudo resolverse tras una complicada cirugía en la que el niño sangró muchísimo y fueron necesarias varias transfusiones. El médico recuerda haber visitado al pequeño luego de la cirugía, se veía aún enfermo, pálido y con la voz débil. Para el doctor este caso significó algo profundo: la imperiosa necesid