Como alumno evoca a sus grandes maestros. Como maestro recuerda a muchas generaciones forjadas en el crisol del estudio. Con disciplina, esfuerzo, entrega y perseverancia, Francisco Chávez Quiñonez fundó varias escuelas en Chiapas. Ahora es jubilado, padre, abuelo, cronista, escritor y político. Rodeados de hermosas maceteras con plantas verdes que dan oxígeno y paz, la entrevista se desarrolla en el patio de la casa marcada con el número 13, sobre la avenida Fray Víctor María Flores de la colonia Magisterial, en Tuxtla Gutiérrez. "No soy supersticioso", dice el maestro Francisco Chávez Quiñonez. A la pregunta sobre su jubilación, el docente retirado suspira, mira al cielo, sonríe, pero con un dejo de tristeza su alma nítida deja traslucir a través de las ventanas del alma su fugaz pesar. Y su labio lo confirma. "Sentí nostalgia", afirma. Es que le hicieron una despedida en su escuela, con un programa. "Sentí un nudo en la garganta", confiesa honesto y vuelve a sonreír para matizar su tristeza. El adiós fu
Maestro forjado y forjador en el crisol del deber
Como alumno evoca a sus grandes maestros. Como maestro recuerda a muchas generaciones forjadas en el crisol del estudio. Con disciplina, esfuerzo, entrega y perseverancia, Francisco Chávez Quiñonez fundó varias escuelas en Chiapas. Ahora es jubilado, padre, abuelo, cronista, escritor y político. Rodeados de hermosas maceteras con plantas verdes que dan oxígeno y paz, la entrevista se desarrolla en el patio de la casa marcada con el número 13, sobre la avenida Fray Víctor María Flores de la colonia Magisterial, en Tuxtla Gutiérrez. "No soy supersticioso", dice el maestro Francisco Chávez Quiñonez. A la pregunta sobre su jubilación, el docente retirado suspira, mira al cielo, sonríe, pero con un dejo de tristeza su alma nítida deja traslucir a través de las ventanas del alma su fugaz pesar. Y su labio lo confirma. "Sentí nostalgia", afirma. Es que le hicieron una despedida en su escuela, con un programa. "Sentí un nudo en la garganta", confiesa honesto y vuelve a sonreír para matizar su tristeza. El adiós fu