Parque Bicentenario, un altar vivo a la memoria

La capital chiapaneca se viste de flor y alma. En el corazón del parque Bicentenario, el viento lleva el aroma del cempasúchil y la luz de las veladoras. Artesanos de distintos municipios del estado llegaron con sus manos llenas de colores, de historia y respeto. Cada uno trajo consigo la herencia de su pueblo vivo. El parque se transforma en un mosaico de almas, donde los altares levantados con paciencia y devoción se llenan de luz, fotografías, pan, frutas y papel picado que danza en el aire. En cada rincón brilla un recuerdo. Las luces parecen guiar el regreso de los que cruzan el umbral cada noviembre, siguiendo los senderos de los pétalos naranjas. El arte como forma de fe Así, Chiapas muestra que el arte también es una forma de fe. Cada pieza es una ofrenda colectiva al pasado y al presente. El parque Bicentenario se convierte en un puente entre mundos, un espejo donde los vivos y los muertos se miran sin miedo, recordando que la muerte no es final, es regreso. Las catrinas gigantes Los trabajos para e