Pintor de la calle, escultor en casa

"Si buscas resultados distintos no hagas siempre lo mismo", dice en la imagen de Albert Einstein que previamente el artista ha plasmado en el papel. Ahora pinta el rostro de un niño. Él es pintor a lápiz, óleo sobre tela, escultor en madera y cemento. Intenta diferentes cosas. Él es Alexis. Su mirada es fija y su pulso firme, sentado sobre una pequeña silla de plástico, el hombre de complexión delgada, cabello negro ondulado, viste ropa de mezclilla oscura, cinturón de cuero y tenis. Aunque alrededor cientos gritan, corren, ríen, él mantiene la concentración: Su mirada fija en el modelo a pintar. Esta vez, Alberto, de 11 años, es quien se deja retratar por el artista; le hacen una caricatura a lápiz y sus padres lo esperan en la banca de cemento. Mientras su mano izquierda sostiene la cartulina tamaño doble carta, los dedos de la mano derecha hacen trazos certeros. Nunca corrige ni borra. De vez en vez el pintor se agacha solo para cambiar de lápiz o tomar la navaja para sacar punta a su herramienta. "¡Órale,