E ste domingo culminó la etapa de semifinales del Torneo Clausura 2002 con la estrepitosa goleada de 3-0 de los Tuzos de Pachuca sobre las Águilas del América en la cancha del Estadio Hidalgo, y ahora, casi seis años después, buscarán su séptimo campeonato ante el Atlas de Guadalajara. Luego de haber igualado 1-1 en el juego de ida disputado en el Estadio Azteca, los de la “Bella Airosa” solamente necesitaban un empate para meterse en la final. No obstante, el cuadro de Guillermo Almada salió a jugar como si el pase dependiera de una amplia victoria la cual consiguieron desde temprano en el encuentro, ya que en un contragolpe Romario Ibarra adelantó a los locales, a los 12 minutos. Pachuca fue superior en todo momento y antes del descanso amplió su ventaja con un tiro de media distancia de Erick Sánchez a los 42’ corridos, dejando el marcador 2-0 antes del descanso. La segunda mitad En la segunda parte se esperaba que los azulcremas salieran a morirse en el campo de juego, sin embargo, sus tímidos embates de
Tuzos despluma a las Águilas; está en la final
E ste domingo culminó la etapa de semifinales del Torneo Clausura 2002 con la estrepitosa goleada de 3-0 de los Tuzos de Pachuca sobre las Águilas del América en la cancha del Estadio Hidalgo, y ahora, casi seis años después, buscarán su séptimo campeonato ante el Atlas de Guadalajara. Luego de haber igualado 1-1 en el juego de ida disputado en el Estadio Azteca, los de la “Bella Airosa” solamente necesitaban un empate para meterse en la final. No obstante, el cuadro de Guillermo Almada salió a jugar como si el pase dependiera de una amplia victoria la cual consiguieron desde temprano en el encuentro, ya que en un contragolpe Romario Ibarra adelantó a los locales, a los 12 minutos. Pachuca fue superior en todo momento y antes del descanso amplió su ventaja con un tiro de media distancia de Erick Sánchez a los 42’ corridos, dejando el marcador 2-0 antes del descanso. La segunda mitad En la segunda parte se esperaba que los azulcremas salieran a morirse en el campo de juego, sin embargo, sus tímidos embates de