El punto de partida de Cuando los gatos esperan, primera novela de la escritora y editora Adriana Ortega Calderón, fue una experiencia a caballo entre lo imaginario y lo vivido: llegar a una ciudad en otro continente, en medio de extraños y desconocidos, y allí, tocar base en un lugar solo; intentar llevar el día a día en un sitio donde todo es nuevo y lo esperado y lo previsto no se cumplen. Tras la superficie de los hechos se oculta la voz de un narrador que describe su propio tránsito hacia la alienación. El argumento sucede a finales del siglo XIX. El personaje principal, Álvaro, proviene de Buenos Aires y es invitado a sumarse a un proyecto en Versalles, Francia. Para irse de su ciudad natal, él debe prever ciertos detalles: entrar en contacto, solo de forma epistolar, con la familia que lo va a hospedar y que se ausenta desde el primer día de alojamiento. “Él se ve obligado a adaptarse al nuevo trabajo, al barrio y a esperar día tras día que la familia regrese”, cuenta Ortega Calderón. Pero las semana
Aborda la experiencia de vivir en otro país
El punto de partida de Cuando los gatos esperan, primera novela de la escritora y editora Adriana Ortega Calderón, fue una experiencia a caballo entre lo imaginario y lo vivido: llegar a una ciudad en otro continente, en medio de extraños y desconocidos, y allí, tocar base en un lugar solo; intentar llevar el día a día en un sitio donde todo es nuevo y lo esperado y lo previsto no se cumplen. Tras la superficie de los hechos se oculta la voz de un narrador que describe su propio tránsito hacia la alienación. El argumento sucede a finales del siglo XIX. El personaje principal, Álvaro, proviene de Buenos Aires y es invitado a sumarse a un proyecto en Versalles, Francia. Para irse de su ciudad natal, él debe prever ciertos detalles: entrar en contacto, solo de forma epistolar, con la familia que lo va a hospedar y que se ausenta desde el primer día de alojamiento. “Él se ve obligado a adaptarse al nuevo trabajo, al barrio y a esperar día tras día que la familia regrese”, cuenta Ortega Calderón. Pero las semana