Adriana Varejáo se inspira en la pintura de castas

En la capa oculta bajo la belleza primera de azulejos barrocos se derraman la carne viva y roja. En otra obra, tras una seductora figura de convite que invita a otro mundo, el espectador se encuentra con escenas de antropofagia. “La belleza —dice la artista brasileña Adriana Varejáo, citando a André Bretón— será convulsiva o no será”. Adriana Varejáo está en México para exponer, en el Museo Tamayo, “Otros cuerpos detrás”, que incluye alrededor de 17 obras, entre pintura, escultura y la última versión de la instalación Polvo, que está formada a su vez por retratos y otras piezas, algunas sobre el lenguaje, el muy diverso lenguaje que alguna vez hubo para definir los colores de piel. El arte, dice la artista frente a la obra, solo reconoce el rosa como color piel. Barroco, racismo, mestizaje, colonialismo son vocablos en el lenguaje de Varejáo (Río de Janeiro, 1964), quien había desarrollado en México el proyecto Viajeros del sur. México ha resultado clave no sólo para descubrir otros rostros del barroco, sino