Arreola, de lo abstracto a lo figurativo

El purgatorio es, para el artista visual Guillermo Arreola (1969), sinónimo de espera, de paciencia, de transformación; es la oportunidad del cambio, de olvidar el pasado y buscar nuevos retos. Este estado apacible, tranquilo, de regreso a la naturaleza, que nada tiene que ver con la antesala del infierno, como se cree, lo ha propiciado su mudanza de la Ciudad de México a Querétaro, a tal grado que ha decidido reconfigurar su propuesta plástica: transitar de lo abstracto a lo concreto, desdibujar las fronteras. Después 20 años de trayectoria y tres de haber dejado su estudio en la capital mexicana, el pintor originario de Tijuana exhibe los primeros 16 cuadros de su nueva etapa en la exposición “Provincia purgatorio”, en la Galería Cecilia Gómez Haro de Casa Lamm. “Estoy consciente de que ‘purgatorio’ es un término que, en primera instancia, puede convocar a aspectos negativos. Pero es un vocablo muy espectacular. Se le pone muy próximo al infierno. Pero yo lo estoy pensando en su sentido más bien de bienesta