Bunbury desata su Huracán

Enrique Bunbury hizo un pacto con los dioses mexicas: que cesara la tormenta para desatar la suya. “Gracias a Tláloc que ha hecho una pausa. Nos ha permitido hacer el concierto para que ustedes y nosotros celebremos estos 20 años desde el último concierto con El Huracán Ambulante”, expresó. Lo dijo sobre el escenario del estadio GNP Seguros, con el traje rojo encendido bajo las luces y la lluvia ya lejos. Afuera, la ciudad seguía empapada y el tráfico colapsado; adentro, apenas comenzaba la tormenta que él traía consigo. Llegó así su reencuentro con El Huracán Ambulante, la banda que lo acompañó en sus primeros años como solista y que no tocaba completa desde 2005. El caos de la ciudad no detuvo al público. A las 21:30 horas, aún con filas empapadas llegando a paso lento y con muchos asientos vacíos, las luces se atenuaron. Las cortinas rojas —más de cabaret que de estadio— abrieron el telón simbólico de una noche largamente gestada. Abundaban los impermeables transparentes, las botas altas, las faldas negras