La española Luisa Gavasa encarna a una Chavela Vargas que, en sus últimos días, recuerda su historia y reflexiona sobre su vida en la puesta en escena Chavela, la última chamana, que estrenó en el teatro Marquina. Los fantasmas de su pasado son interpretados por Nita (Fandango) y Rozalén, quienes encarnan a la Chavela mito, a aquella diva que se quedó en la mente de todos durante sus años mozos, mientras que Paula Iwasaki le pone voz y sentimiento a la Chavela niña y joven. Durante el montaje, se explora cómo Chavela tiene que atravesar la oscuridad, su contacto con el alcohol, cómo se enamora de la pintora Frida Kahlo y cómo logra navegar en una tierra de machos para consolidar su nombre. La dramaturga Carolina Román (Juguetes rotos, Río seguro, Adentro o Luciérnagas) comentó cómo surgió la idea del montaje dedicado a la fallecida cantante mexicana. “Fue en una gira en México donde conocí a María Cortina, que es amiga y heredera de sus derechos universales. Y a través de la historia de la persona, no del m
Chavela lleva su México a la escena
La española Luisa Gavasa encarna a una Chavela Vargas que, en sus últimos días, recuerda su historia y reflexiona sobre su vida en la puesta en escena Chavela, la última chamana, que estrenó en el teatro Marquina. Los fantasmas de su pasado son interpretados por Nita (Fandango) y Rozalén, quienes encarnan a la Chavela mito, a aquella diva que se quedó en la mente de todos durante sus años mozos, mientras que Paula Iwasaki le pone voz y sentimiento a la Chavela niña y joven. Durante el montaje, se explora cómo Chavela tiene que atravesar la oscuridad, su contacto con el alcohol, cómo se enamora de la pintora Frida Kahlo y cómo logra navegar en una tierra de machos para consolidar su nombre. La dramaturga Carolina Román (Juguetes rotos, Río seguro, Adentro o Luciérnagas) comentó cómo surgió la idea del montaje dedicado a la fallecida cantante mexicana. “Fue en una gira en México donde conocí a María Cortina, que es amiga y heredera de sus derechos universales. Y a través de la historia de la persona, no del m