Coco

Pixar se inspira en la festividad mexicana del Día de los Muertos para dar la forma a la historia un niño con una gran pasión por la música pero que vive en una familia que la odia a muerte. No le queda otro remedio que actuar por su cuenta, acabando en la Tierra de los Muertos en busca de la aprobación de su tatarabuelo, el mítico Ernesto de la Cruz. Un viaje para conocerse mejor a sí mismo y que le permite valorar mejor lo que supone formar parte de una familia y las consecuencias de la muerte. El guión firmado por Adrián Molina y Matthew Aldrich opta por abordar eso desde una ligereza inicial para ir evolucionando a medida que el protagonista va haciendo descubrimientos. De esta forma, el espectador percibe mejor su viaje y lo hace a través de una dinámica aventura en la que en ocasiones muchos espectadores quizá echen en falta una mayor profundidad. No faltan momentos más centrados en lo emocional, pero la nota dominante es que sigan pasando cosas prestando especial atención a que todo resulte divertido,