Dolor, flamenco y un pacto en el FIC

La escritora y artista escénica Angélica Liddell (Figueras, 1966) presentó su obra Terebrante durante las actividades del 53ª Festival Internacional Cervantino. A través de varios segmentos que cruzan la línea entre el performance y lo ritual, Liddell, directora, autora e intérprete de la obra, deconstruye el flamenco —su estética, sus movimientos, su filosofía— para llevarse a sí misma hasta el límite en un trance autodestructivo, alcanzar la catarsis de sus heridas emocionales y representar un pacto con el demonio. El punto de partida son las ideas del cantaor gitano Manuel Agujetas y las citas que se proyectan, en medio de la oscuridad, desde la pantalla, los únicos momentos donde el lenguaje y lo verbal intervienen. El planteamiento que dejó Manuel Agujetas es que el dolor y la herida —una herida sobre una herida, paráfrasis del significado de terebrante: dolor perforante— son catalizadores del arte. “Para ser flamenco hay que tener una causa. ¿Cuál es la causa? Primero tienes que estar con una mujer que