El cantante Laureano Brizuela admite que desde hace 40 años carga con un título que no pidió, pero que lo definió para siempre: “El ángel del rock”. Lo que nació como una alegoría en plena guerra fría, la historia de un sobreviviente que, en vez de tomar un fusil, tomaba una guitarra, terminó convertida en el nombre de un movimiento, una estética y una postura frente al mundo. Cuatro décadas después, el cantante habla de la música desde adentro: la del folclor argentino en el que creció, la del pop latino, la del rock que abrió puertas en la televisión mexicana y la del productor que acompañó a artistas en Puerto Rico y Estados Unidos. “La peor maldición de un artista es ser un artista de moda. Las modas pasan, la música que trasciende no. Yo sigo creyendo en el trabajo bien hecho, en la estructura y en la honestidad, no en correr detrás del algoritmo”, dice. Nacido en Salta, Argentina, en una familia de científicos y artistas (su padre era químico farmacéutico, su madre bioquímica y su abuelo pintor), creció
“El ángel del rock” contra el algoritmo
El cantante Laureano Brizuela admite que desde hace 40 años carga con un título que no pidió, pero que lo definió para siempre: “El ángel del rock”. Lo que nació como una alegoría en plena guerra fría, la historia de un sobreviviente que, en vez de tomar un fusil, tomaba una guitarra, terminó convertida en el nombre de un movimiento, una estética y una postura frente al mundo. Cuatro décadas después, el cantante habla de la música desde adentro: la del folclor argentino en el que creció, la del pop latino, la del rock que abrió puertas en la televisión mexicana y la del productor que acompañó a artistas en Puerto Rico y Estados Unidos. “La peor maldición de un artista es ser un artista de moda. Las modas pasan, la música que trasciende no. Yo sigo creyendo en el trabajo bien hecho, en la estructura y en la honestidad, no en correr detrás del algoritmo”, dice. Nacido en Salta, Argentina, en una familia de científicos y artistas (su padre era químico farmacéutico, su madre bioquímica y su abuelo pintor), creció