El desorden que dejas

Si hay una serie este año de la que no querrás saber nada antes de verla, esa es El desorden que dejas. Creada por Carlos Montero, es una de esas que siempre acaba cada episodio en lo alto de un cliffhanger y cuya historia serpentea entre teorías, revelaciones y sorpresas sin parar. Es, además, una reflexión sobre cómo se procesan el trauma y la pérdida, un retrato de las constricciones de una pequeña comunidad rural, una crítica al sistema que da impunidad a los poderosos y una pasarela inacabable de hermosos jerseys invernales. Esta serie de Netflix se desarrolla en el pueblo gallego (ficticio) de Novariz, uno de esos lugares pequeños en los que todos se conocen y los crímenes, desde los más insignificantes hasta los más serios, se quedan en casa. Allí va a parar Raquel (Inma Cuesta), porque la familia de su novio Germán (Tamar Novas) vive allí y resulta que le han asignado un puesto de profesora de literatura en el instituto local. Ella no lo tiene muy claro, pero parece buena idea alejarse de los espacio