Un reloj de bolsillo gigante pende del techo de la galería Labor. Con esta imponente escultura, Pablo Vargas Lugo (Ciudad de México, 1968) continúa sus reflexiones en torno al tiempo, uno de sus temas de interés. “En este caso va directamente a la imagen de una herramienta de medir el tiempo y a dos ideas que a veces mantenemos simultáneamente en la mente: el tiempo corre como hacia un final, específicamente para nosotros como seres conscientes, hacia la conclusión de lo que es la muerte y, por otro lado, el tiempo es también una experiencia subjetiva y continua que sucede en diferentes escalas, en diferentes experiencias”, explica el creador en entrevista. La escultura “amenazante” y “ominosa” —como describe el artista— de reloj de bolsillo pesa más de 150 kilos y está hecha de bronce de silicio. En la tapa tiene el símbolo de omega, que para el artista tiene tres lecturas: hacer una referencia a la prestigiosa marca de relojes, pero también a la frase bíblica que está en Apocalipsis, “Yo soy el Alfa y la Om
El tiempo ominoso de Pablo Vargas Lugo
Un reloj de bolsillo gigante pende del techo de la galería Labor. Con esta imponente escultura, Pablo Vargas Lugo (Ciudad de México, 1968) continúa sus reflexiones en torno al tiempo, uno de sus temas de interés. “En este caso va directamente a la imagen de una herramienta de medir el tiempo y a dos ideas que a veces mantenemos simultáneamente en la mente: el tiempo corre como hacia un final, específicamente para nosotros como seres conscientes, hacia la conclusión de lo que es la muerte y, por otro lado, el tiempo es también una experiencia subjetiva y continua que sucede en diferentes escalas, en diferentes experiencias”, explica el creador en entrevista. La escultura “amenazante” y “ominosa” —como describe el artista— de reloj de bolsillo pesa más de 150 kilos y está hecha de bronce de silicio. En la tapa tiene el símbolo de omega, que para el artista tiene tres lecturas: hacer una referencia a la prestigiosa marca de relojes, pero también a la frase bíblica que está en Apocalipsis, “Yo soy el Alfa y la Om