“Con ‘Bolero’ toco la cima. Es un momento fundamental en mi carrera y en mi vida. Con él termino una etapa importante en los escenarios”, afirmó la bailarina mexicana Elisa Carrillo (1981) sobre la coreografía del francés Maurice Béjart, con música de Maurice Ravel. “Es una pieza que nunca soñé bailar, que siempre vi en videos. Desde el día que logré el permiso para bailarla ha sido muy exhaustivo física y emocionalmente”, comentó al término de un ensayo. Quien el próximo año se convertirá en la primera latinoamericana en dirigir la John Cranko School, la escuela oficial del Ballet de Stuttgart, la más importante de Alemania, admitió que el “Bolero”, estrenado en Bruselas en 1961, le deja una huella profunda, “como un tatuaje” impreso en la piel. “Este proceso me ha enseñado cosas bellas y difíciles. Es un gran reto, porque es una música tan maravillosa que puedes dejar de pensar en los pasos. La energía es muy fuerte y exige máxima concentración”, afirma. Exhausta y bañada en sudor, la bailarina del Staatsba
Elisa Carrillo toca la cima con “Bolero”
“Con ‘Bolero’ toco la cima. Es un momento fundamental en mi carrera y en mi vida. Con él termino una etapa importante en los escenarios”, afirmó la bailarina mexicana Elisa Carrillo (1981) sobre la coreografía del francés Maurice Béjart, con música de Maurice Ravel. “Es una pieza que nunca soñé bailar, que siempre vi en videos. Desde el día que logré el permiso para bailarla ha sido muy exhaustivo física y emocionalmente”, comentó al término de un ensayo. Quien el próximo año se convertirá en la primera latinoamericana en dirigir la John Cranko School, la escuela oficial del Ballet de Stuttgart, la más importante de Alemania, admitió que el “Bolero”, estrenado en Bruselas en 1961, le deja una huella profunda, “como un tatuaje” impreso en la piel. “Este proceso me ha enseñado cosas bellas y difíciles. Es un gran reto, porque es una música tan maravillosa que puedes dejar de pensar en los pasos. La energía es muy fuerte y exige máxima concentración”, afirma. Exhausta y bañada en sudor, la bailarina del Staatsba