Hace 25 años se lanzó una película que rompió con lo establecido en el cine mexicano hasta el momento. Primero cautivó a Cannes, donde fue multipremiada; después convirtió de golpe y porrazo a Gael García Bernal, en estrella mundial. Amores perros fue la ópera prima de Alejandro González Iñárritu, conocido hasta entonces por su paso como locutor en la estación WFM, y después por su entrada al mundo publicitario, siendo encargado de las cortinillas promocionales del Canal 5. Pero siempre había querido hacer cine. De hecho trabó amistad con Daniela Michel, entonces de las Jornadas de Cortometraje en Cineteca Nacional y por ese entonces conoció al escritor Guillermo Arriaga, quien traía bajo el brazo una historia llamada inicialmente Gato negro, gato blanco y cuya trama entrelazaba tres historias. Por fin en 1999, inició el rodaje de Amores perros en locaciones de la Ciudad de México. La primera escena fue la del personaje de Adriana Barraza y sus hijos, interpretados por Gael y Marco Pérez. La secuencia del cho
Habrá función especial de Amores Perros
Hace 25 años se lanzó una película que rompió con lo establecido en el cine mexicano hasta el momento. Primero cautivó a Cannes, donde fue multipremiada; después convirtió de golpe y porrazo a Gael García Bernal, en estrella mundial. Amores perros fue la ópera prima de Alejandro González Iñárritu, conocido hasta entonces por su paso como locutor en la estación WFM, y después por su entrada al mundo publicitario, siendo encargado de las cortinillas promocionales del Canal 5. Pero siempre había querido hacer cine. De hecho trabó amistad con Daniela Michel, entonces de las Jornadas de Cortometraje en Cineteca Nacional y por ese entonces conoció al escritor Guillermo Arriaga, quien traía bajo el brazo una historia llamada inicialmente Gato negro, gato blanco y cuya trama entrelazaba tres historias. Por fin en 1999, inició el rodaje de Amores perros en locaciones de la Ciudad de México. La primera escena fue la del personaje de Adriana Barraza y sus hijos, interpretados por Gael y Marco Pérez. La secuencia del cho