Indagan en el archivo de Salvador Novo

En 1927, a los 21 años, la vida ya le comenzaba a sonreír al joven escritor Salvador Novo. No solo ya había publicado en México, en 1925, su libro Ensayos, editado en los Talleres Gráficos de la Nación, que incluye dos grabados de Roberto Montenegro, también dirigía, junto con Xavier Villaurrutia, la revista Ulises. Sin embargo, esa carrera literaria e intelectual luminosa que ese año lo llevó a Estados Unidos, no le impedía mantener una intensa relación, mediante correspondencia, con su madre, Amelia López Espino, a quien en sus cartas llama siempre “mamacita” o “mamacita linda” y con quien mantuvo una comunicación permanente y a quien le daba cuenta de sus aventuras, pero también, incluso, de las delicias gastronómicas que descubría. En una carta fechada el 8 de abril de 1927, Salvador Novo escribe: “Mamacita: Quién sabe cuándo le llegará esta carta, puesto que solo hay vapor cada ocho días. Este escribir sin esperanza de contestación es triste como un monólogo, pero igualmente consolador; espero sin embarg