Inmigrante albanesa triunfa como soprano

Cuando Albania era algo así como la Corea del Norte europea, había una niña que soñaba con ser cantante. Tanto que a los 18 años se le ocurrió la insana proeza de entonar La Traviata en albanés. “Cuando la canté después en italiano, noté esa diferencia que era un abismo. Casi otra historia”, comenta ahora Ermonela Jaho. Desde entonces, esta soprano que para algunos es una Callas reencarnada en el siglo XXI, lleva 250 representaciones de la ópera de Verdi, y otras tantas de Madama Butterfly, de Puccini. El público ha comprendido que sus armas no se basan en la técnica, sino en algo que va más allá: en la vida. Para transmitir todo esa enciclopedia de emociones se necesita sufrimiento y tenacidad. “Yo no soñaba con ser cantante, deliraba con ello. Era algo patológico”, confiesa Jaho en el teatro donde triunfa cada vez que sube al escenario. Padeció la miseria del inmigrante y escupitajos a la dignidad. Cuidaba niños y ancianos en la Italia que recibió las primeras olas de albaneses a principios de los años no