Jorge Drexler tenía cinco años cuando conoció México, específicamente Pátzcuaro, Michoacán, estando al cuidado de sus abuelos. "Mis papás eran maestros y nos dejaron con ellos, comí tortilla y recuerdo había un lago grande", recuerda. El cantautor uruguayo escarba en sus vivencias mientras es enmarcado por una luz blanca, dominando un fondo oscuro, sobre el escenario del Teatro Metropólitan. Lo hace durante el primero de sus dos recitales Silente, donde es acompañado únicamente de su guitarra, los coros del público en canciones y sus narraciones de vida. Si con "Abracadabra" recurre al péndulo de Newton para dar ritmo a la canción, también ocupa el mismo aparato como pretexto para hablar de Galileo Galilei y preguntar la mecánica del mismo. "Este concierto es chiquito, en este lugar, donde nos asalta el calor", había dicho al inicio de la presentación. "¡Que viva la ciencia que viva la poesía", señaló en otro momento, marcando la ruta de su presentación de poco más de hora y media. Y así contó cómo hace tres
Jorge Drexler comparte música y poesía
Jorge Drexler tenía cinco años cuando conoció México, específicamente Pátzcuaro, Michoacán, estando al cuidado de sus abuelos. "Mis papás eran maestros y nos dejaron con ellos, comí tortilla y recuerdo había un lago grande", recuerda. El cantautor uruguayo escarba en sus vivencias mientras es enmarcado por una luz blanca, dominando un fondo oscuro, sobre el escenario del Teatro Metropólitan. Lo hace durante el primero de sus dos recitales Silente, donde es acompañado únicamente de su guitarra, los coros del público en canciones y sus narraciones de vida. Si con "Abracadabra" recurre al péndulo de Newton para dar ritmo a la canción, también ocupa el mismo aparato como pretexto para hablar de Galileo Galilei y preguntar la mecánica del mismo. "Este concierto es chiquito, en este lugar, donde nos asalta el calor", había dicho al inicio de la presentación. "¡Que viva la ciencia que viva la poesía", señaló en otro momento, marcando la ruta de su presentación de poco más de hora y media. Y así contó cómo hace tres