Enrique Barruel tiene más de 80 años. Hace tres, estando prácticamente jubilado y desesperado por la inactividad luego de haber sido ejecutivo en una empresa de sistemas de computación, conoció a la cineasta a Marie Benito en un café. Hoy debutó en la pantalla grande como protagonista de Días borrosos, película que compite en el Festival Internacional de Cine que se desarrolla en esta ciudad, en donde interpreta a un hombre que sostiene una relación de amistad y encuentro con una mujer de cuatro décadas de vida, interpretada por Sophie Alexander Katz. Mientras él se encuentra en el ocaso de su vida, ella está buscando una última oportunidad para convertirse en madre, acudiendo a procedimientos médicos para lograrlo. "Nunca había aspirado a ser actor, nunca estuvo en mis planes", recuerda. "Creo la receta fundamental en este negocio es no tomar en cuenta a la cámara, la llegué a tener muy cerca y yo me propuse no verla", abunda. Enrique entró al proyecto cuando Marie no podía quitárselo de la mente. Tampoco en
La cineasta Benito apostó por actores naturales
Enrique Barruel tiene más de 80 años. Hace tres, estando prácticamente jubilado y desesperado por la inactividad luego de haber sido ejecutivo en una empresa de sistemas de computación, conoció a la cineasta a Marie Benito en un café. Hoy debutó en la pantalla grande como protagonista de Días borrosos, película que compite en el Festival Internacional de Cine que se desarrolla en esta ciudad, en donde interpreta a un hombre que sostiene una relación de amistad y encuentro con una mujer de cuatro décadas de vida, interpretada por Sophie Alexander Katz. Mientras él se encuentra en el ocaso de su vida, ella está buscando una última oportunidad para convertirse en madre, acudiendo a procedimientos médicos para lograrlo. "Nunca había aspirado a ser actor, nunca estuvo en mis planes", recuerda. "Creo la receta fundamental en este negocio es no tomar en cuenta a la cámara, la llegué a tener muy cerca y yo me propuse no verla", abunda. Enrique entró al proyecto cuando Marie no podía quitárselo de la mente. Tampoco en